martes, 22 de julio de 2014

- La misericordia maternal con los olvidados y “sobrantes”

El Papa Francisco expresa y promueve la revolución de la ternura de Dios que comenzó con la Encarnación de su Hijo:.contemplando la imagen del Niño Jesús vemos que Dios es ternura. Con Juan XXIII, canonizado junto con Juan Pablo II, en el Domingo de la Misericordia, él simboliza la Iglesia de la Caridad, que se hace dulzura en la caricia, en el abrazo y en el beso que expresan la sencilla humanidad de nuestro Dios. El Papa repite que la Iglesia conciliar vive y debe vivir el tiempo de la misericordia de Dios.
. Sólo desde esta cercanía misericordiosa y cordial se les puede acompañar en su camino de liberación. Esta actitud hace posible que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como en su casa. Frente a la postura que los convierte en extraños desconocidos, el Papa los presenta como amigos cercanos y dice que la peor discriminación que sufren es la falta de atención pastoral y que la opción por los pobres debe “traducirse principalmente en una atención religiosa privilegiada y prioritaria”.
Por eso me refiero a los olvidados de la atención pastoral de Iglesia en la gran ciudad. La lejanía siempre implica una distancia mutua, donde ambas partes son corresponsables; por eso no tiendo a hablar de “los alejados” de la Iglesia en general. Ella debe salir al encuentro de los seres humanos de las ciudades para ir al corazón de los que se sienten extraños o distantes para que puedan dejarse fascinar por el amor de Cristo.. Muchos viven en una situación de ausencia, olvido, y descuido pastoral en las periferias pobres de las ciudades. La Iglesia bautiza a muchos hijos e hijas a los que luego no visita, ni recibe, ni acompaña, ni sigue, ni catequiza, ni socorre, y manifiesta su sorpresa de sentirse abandonada por ellos cuando, antes, los ha abandonado en el cuidado pastoral de su fe.
Una pastoral misionera debe movernos a ir hacia los más alejados para reflejar el amor de Cristo que atrae a todos hacia sí, porque “la misión no es proselitismo sino atracción”.. La misión pone a prueba la cercanía maternal de la Iglesia con sus hijos e hijas. Requiere la voluntad de un acercamiento gratuito y de una cercanía cordial, tratando de llegar a todos sin excluir a nadie, porque la marginación religiosa y pastoral del pobre resulta ser la exclusión antievangélica e inhumana más hiriente.

.  El anuncio del Evangelio surge de la iniciativa primera de Dios y depende del primado de su gracia.. Francisco emplea mucho el sustantivo atracción y el verbo atraer porque “la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción”.. La misión es, sobre todo, obra de la atracción de Dios en Cristo por el Espíritu, María y la Iglesia. La evangelización no es cruzada, ni marketing, ni proselitismo. El camino de Dios es la belleza de la atracción del amor. En un santuario mariano, centro de la de espiritualidad popular, Dios convoca, Cristo atrae, el Espíritu anima, María reúne, los santos interceden.

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