martes, 11 de octubre de 2016

- La Virgen en Fátima nos ofrece...

Mons. Marto, Obispo de Fátima, reveló haber descubierto la “belleza y actualidad” del mensaje de Fátima que, según él, posee “una riqueza muy grande” y “coloca a Dios como el que debe tener el primer lugar en la vida del hombre”.
  “La Virgen vino a Fátima a ofrecer los dones de Dios a la humanidad, los dones de gracia, de misericordia y de paz”.
 “En un lenguaje simple, de corazón a corazón, transmitió a tres niños -y hoy a millones de fieles- la gracia de la presencia amorosa de Dios que se torna íntimo y se hace compañero, cuya misericordia es la única fuerza capaz de hacer frente al mal”.
  Para el Obispo, este mensaje de “alegría y esperanza” exige de cada uno la acogida y la respuesta de “conversión, oración y penitencia”.
“Este será el programa pastoral y espiritual que Fátima tiene para ofrecer a la evangelización de nuestro tiempo”, manifestó.

viernes, 16 de septiembre de 2016

- En el Manto de la Virgen no puede entrar el diablo

En un “mundo que sufre la crisis de una gran orfandad, tenemos una Madre que nos acompaña y nos defiende". ha dicho el Papa en la Misa Matutina en Santa Marta el día en el que la Iglesia celebra la Virgen María de los Dolores y dijo: “En el Manto de la Virgen no puede entrar el diablo.”
El Evangelio nos lleva al Calvario. Todos los discípulos han huido, menos Juan y algunas mujeres. A los pies de la Cruz está María, la Madre de Jesús. Todos la miraban, afirma el Papa, diciendo:“Esta es la Madre de este delincuente. Es la madre de este subversivo”. “Y María escuchaba estas cosas. Sufría unas humillaciones terribles. También escuchaba a los grandes, a algunos sacerdotes, que ella respetaba, porque eran sacerdotes: ‘Tú que eres tan bueno, ¡baja! ¡Baja de la Cruz!’. Con su Hijo desnudo, allí. María tenía un sufrimiento muy grande, pero no se fue. No renegó del Hijo. ¡Era su Carne!”. Así era María, estaba allí, con el Hijo, con un sufrimiento muy grande”.
“Jesús prometió no dejarnos huérfanos y en la Cruz nos dio a su Madre como nuestra Madre”. “Nosotros los cristianos tenemos una Madre, la misma de Jesús, tenemos un Padre, el mismo de Jesús. ¡No estamos huérfanos! Y Ella nos da a luz en ese momento de tanto dolor: es verdaderamente un martirio. Con el corazón contrito, acepta darnos a luz a todos nosotros en aquel momento de dolor. Y desde aquel momento Ella se convierte en nuestra Madre, desde aquel momento Ella es nuestra Madre, la que nos cuida y no se avergüenza de nosotros: nos defiende”.
Los primeros místicos rusos, recuerda Francisco, nos aconsejaban refugiarnos bajo el manto de la Madre de Dios en el momento de las turbulencias espirituales: “Allí no puede entrar el diablo. Porque Ella es Madre y como Madre nos defiende.
Después Occidente siguió ese consejo e hizo la primera antífona mariana: ‘Sub tuum praesidium’ (‘Bajo tu manto, me refugio, oh Madre’. Allí estamos seguros”.
“En un mundo que podemos definir como ‘huérfano’, concluye el Papa, en este mundo que sufre la crisis de una gran orfandad, quizás venga en nuestra ayuda decir: ‘Mira a tu Madre’. Tenemos quien nos defienda, nos enseñe, nos acompañe, que no se avergüence de nuestros pecados. No se avergüenza, porque ella es Madre.

Que el Espíritu Santo, este amigo, compañero de viaje, este abogado que el Señor nos ha enviado, nos haga entender este misterio tan grande de la maternidad de María”.

jueves, 15 de septiembre de 2016

- Sor Lucía de Fátima: Batalla entre Cristo y Satanás: sobre familia y matrimonio

“La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del matrimonio y de la familia”, afirmó Sor Lucía, la vidente de Fátima en una larga carta enviada al Cardenal Carlo Caffarra, entonces Arzobispo de Bolonia (Italia), donde advirtió también sobre los ataques que afrontarán quienes defiendan estas dos instituciones naturales.
Esta afirmación de Sor Lucía, expresada durante el Pontificado de San Juan Pablo II, fue retomada el pasado 31 de mayo 2016 por el semanario “Desde la Fe”, de la Arquidiócesis de México en medio del debate generado de promover el matrimonio homosexual en este país. El semanario mexicano recordó las declaraciones que el Cardenal Caffarra hizo a la prensa italiana en 2008, tres años después del fallecimiento de la religiosa portuguesa.
El Arzobispo italiano había celebrado una Misa en la tumba de San Pío de Pietrelcina, luego de la cual concedió una entrevista a Tele Radio Padre Pío, donde fue preguntado sobre una profecía de Sor Lucía que habla acerca “la batalla final entre El Señor y el reino de Satanás”.
El Cardenal Caffarra explicó que el contacto con la religiosa fue a raíz del pedido que le hizo San Juan Pablo II, quien le había encargado planear y establecer el Instituto Pontificio para los Estudios del Matrimonio y la Familia. Al comienzo de dicho trabajo el cardenal Caffarra le escribió una carta a Sor Lucía de Fátima …. “Inexplicablemente, ya que no esperaba una respuesta, viendo que sólo había pedido sus oraciones, recibí una larga carta con su firma, la cual ahora se encuentra en los archivos del Instituto”, indicó el Arzobispo italiano. “En ella encontramos escrito: ‘La batalla final entre el Señor y el reino de Satanás será acerca del Matrimonio y de la Familia. No teman, añadió, porque cualquiera que actúe a favor de la santidad del Matrimonio y de la Familia siempre será combatido y enfrentado en todas las formas, porque ésta es el punto decisivo. Después concluyó: sin embargo, Nuestra Señora ya ha aplastado su cabeza’”.
El Cardenal Caffarra añadió que “hablando también con Juan Pablo II, uno podía sentir que la familia era el punto medular, ya que toca el fundamento de la creación, la verdad de la relación entre el hombre y la mujer entre las generaciones. Si el pilar fundamental es trastocado, todo el edificio se colapsa y ahora vemos esto, porque estamos justo en este punto y lo sabemos”.
“Y me conmuevo cuando leo las mejores biografías del Padre Pío acerca de cómo este santo estuvo tan atento a la santidad del matrimonio y a la santidad de los esposos, incluso, con justificable rigor en ocasiones”, concluyó.

viernes, 13 de mayo de 2016

- Enlace con el Santuario de Fátima

Si deseas seguir en directo los actos que se celebran en la capillita de las Apariciones en Fátima,
clica sobre este enlace:
http://www.fatima.pt/es/pages/transmision-online

martes, 22 de marzo de 2016

- María quiere poner amor en los corazones

Quienes piensen que la misión profética de Fátima  ha terminado están equivocados. Revive el designio de Dios que interpela a la humanidad desde sus orígenes: “¿Dónde está tu hermano Abel? (...) “Se oye la voz de la sangre de tu hermano clamar desde la tierra.” El hombre ha podido desencadenar un ciclo de muerte y de terror, y no consigue interrumpirlo.

En las Sagradas Escrituras se ve con frecuencia que Dios busca a los justos para salvar la ciudad de los hombres, lo mismo sucede  en Fátima, cuando Nuestra Señora pregunta:  "¿Queréis ofreceros a Dios para asumir todas los sufrimientos que os quiera enviar en reparación de los pecados por los que es ofendido y para interceder por la conversión de los pecadores? (Memorias de Sor Lucía, I, p.162). 

Para la humanidad  dispuesta a sacrificar sus lazos más fuertes sobre el altar del egoísmo mezquino de la nación, del grupo étnico, de la ideología, de la comunidad social,  nuestra Madre bendita bajó del Cielo para poner en el corazón de aquellos que se encomienden a Ella, el amor de Dios que arde en el suyo. 

Papa Benedicto XVI,
Homilía en el santuario de Fátima, 13 mayo 2010


martes, 8 de marzo de 2016

- Fátima, mensaje de esperanza para el mundo

El obispo de Leiría-Fátima, Antonio Marto, señaló que el mensaje de Fátima, “después de las Escrituras” es la “denuncia más fuerte e impresionante del pecado del mundo” lo que “invita a toda la Iglesia y al mundo a un serio examen de conciencia”.
El obispo que participó con la disertación “Fátima, mensaje de misericordia y de esperanza para el mundo”, destacó la importancia y la actualidad del mensaje de Fátima, sobre todo a la luz del mundo actual.
“Fátima es, verdaderamente, un fenómeno y un acontecimiento que se va desvelando y desarrollando a lo largo de la historia y se convirtió en un punto de referencia y de irradiación inevitable para la historia de la Iglesia y de la humanidad” afirmó.
“Lo que impresiona y causa espanto –prosiguió el obispo de Leiria-Fátima– es que el contexto y el contenido del mensaje no se restringe a un camino de fe personal de los pequeños videntes”, sino que “es de alcance histórico y mundial: se sitúa en el centro de las preocupaciones mundiales y de los acontecimientos  más trágicos del siglo XX”.
Se refirió a su contexto, con particular incidencia en “los dos grandes conflictos, la primera y la segunda Guerra Mundial; los totalitarismos en las versiones del estalinismo y del nazismo; la ‘mentira sistemática’ para reescribir la historia; un programa de negación de Dios; la aniquilación y la muerte del ser humano y el desprecio total de la dignidad de la persona, en la expresividad numérica de decenas de millones de víctimas, en nombre de la pureza radical de la ideología, de la revolución o de la raza, elevadas a la categoría de nuevas divinidades”.
Ante esta situación de la “humanidad herida”, el mensaje de Fátima es, aseguró el obispo, “portavoz del clamor de la víctimas” y se convierte en una “invitación a leer la historia a partir de las víctimas, a detenerse ante el misterio del hombre delante del misterio de Dios”.
Para el obispo de Leiria-Fátima, “la singular coincidencia temporal de estas apariciones con horas históricas de extrema gravedad” constituyó una intervención divina en la historia de la humanidad “mediante el rostro materno de María, una luz sobre la historia del mundo”.
El núcleo del mensaje está, en la “invitación a reconducir hacia el centro de la vida cristiana y del mundo la adoración de Dios, Señor de la Historia, el reconocimiento de su primacía, la adhesión a su voluntad salvífica, la invitación a encender el deseo de amor a Dios y estimular la práctica del amor reparador”.

Y así, concluyó asegurando que tal y como los pastorcitos “son llamados, desde la periferia, a intervenir en la historia a favor de la paz” a través de la adoración, de la devoción reparadora, de la conversión y del propio sacrificio según las costumbres piadosas de la época” también hoy los cristianos están convocados a intervenir, conscientes de que “el Inmaculado Corazón de María triunfará y será concedido al mundo un periodo de paz”.

lunes, 4 de enero de 2016

- María, la Madre del perdón

"La Madre del perdón enseña a la Iglesia que el perdón ofrecido en el Gólgota no conoce límites. No lo puede detener la ley con sus argucias, ni los saberes de este mundo con sus distinciones. El perdón de la Iglesia debe tener la misma amplitud que el de Jesús en la Cruz, y el de María a sus pies. No hay alternativa”.

“Salve, Madre de misericordia”… de un antiguo himno, es una oración que brota espontáneamente del corazón de los creyentes: «Dios te salve, Madre de misericordia, Madre de Dios y Madre del perdón, Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría». En estas pocas palabras se sintetiza la fe de generaciones de personas que, con sus ojos fijos en el icono de la Virgen, piden su intercesión y su consuelo.
Hoy más que nunca resulta muy apropiado que invoquemos a la Virgen María, sobre todo como Madre de la Misericordia. La Puerta Santa que hemos abierto es de hecho una puerta de la Misericordia. Quien atraviesa ese umbral está llamado a sumergirse en el amor misericordioso del Padre, con plena confianza y sin miedo alguno; y puede recomenzar desde esta Basílica con la certeza –¡con la certeza!– de que tendrá a su lado la compañía de María. Ella es Madre de la misericordia, porque ha engendrado en su seno el Rostro mismo de la misericordia divina, Jesús, el Emmanuel, el Esperado de todos los pueblos, el «Príncipe de la Paz» (Is9,5). El Hijo de Dios, que se hizo carne para nuestra salvación, nos ha dado a su Madre, que se hace peregrina con nosotros para no dejarnos nunca solos en el camino de nuestra vida, sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor.
María es Madre de Dios, es Madre de Dios que perdona, que ofrece el perdón, y por eso podemos decir que es Madre del perdón. Esta palabra –«perdón»–, tan poco comprendida por la mentalidad mundana, indica sin embargo el fruto propio y original de la fe cristiana. El que no sabe perdonar no ha conocido todavía la plenitud del amor. Y sólo quien ama de verdad puede llegar a perdonar, olvidando la ofensa recibida. A los pies de la cruz, María vio cómo su Hijo se ofrecía totalmente a sí mismo, dando así testimonio de lo que significa amar como lo hace Dios. En aquel momento escuchó unas palabras pronunciadas por Jesús y que probablemente nacían de lo que ella misma le había enseñado desde niño: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen» (Lc23,34). En aquel momento, María se convirtió para todos nosotros en Madre del perdón. Ella misma, siguiendo el ejemplo de Jesús y con su gracia, fue capaz de perdonar a los que estaban matando a su Hijo inocente.
Para nosotros, María es en un icono de cómo la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden. La Madre del perdón enseña a la Iglesia que el perdón ofrecido en el Gólgota no conoce límites. No lo puede detener la ley con sus argucias, ni los saberes de este mundo con sus disquisiciones. El perdón de la Iglesia ha de tener la misma amplitud que el de Jesús en la Cruz, y el de María a sus pies. No hay alternativa. Por este motivo, el Espíritu Santo ha hecho que los Apóstoles sean instrumentos eficaces de perdón, para que todo lo que hemos obtenido por la muerte de Jesús pueda llegar a todos los hombres, en cualquier momento y lugar (Jn20,19-23).
El himno mariano, por último, continúa diciendo: «Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría». La esperanza, la gracia y la santa alegría son hermanas: son don de Cristo, es más, son otros nombres suyos, escritos, por así decir, en su carne. El regalo que María nos hace al darnos a Jesucristo es el del perdón que renueva la vida, que permite cumplir de nuevo la voluntad de Dios, y que llena de auténtica felicidad. Esta gracia abre el corazón para mirar el futuro con la alegría de quien espera. Es lo que nos enseña el Salmo: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. […]Devuélveme la alegría de tu salvación» (51, 12.14). La fuerza del perdón es el auténtico antídoto contra la tristeza provocada por el rencor y la venganza. El perdón nos abre a la alegría y a la serenidad porque libera el alma de los pensamientos de muerte, mientras el rencor y la venganza perturban la mente y desgarran el corazón quitándole el reposo y la paz. Qué malo es el rencor y la venganza.
Atravesemos, por tanto, la Puerta Santa de la Misericordia con la certeza de que la Virgen Madre nos acompaña, la Santa Madre de Dios, que intercede por nosotros. Dejémonos acompañar por ella para redescubrir la belleza del encuentro con su Hijo Jesús. Abramos nuestro corazón de par en par a la alegría del perdón, conscientes de la esperanza cierta que se nos restituye, para hacer de nuestra existencia cotidiana un humilde instrumento del amor de Dios.
Y con amor de hijos aclamémosla con las mismas palabras pronunciadas por el pueblo de Éfeso, en tiempos del histórico Concilio: «Santa Madre de Dios». Y os invito a que, todos juntos, pronunciemos esta aclamación tres veces, fuerte, con todo el corazón y el amor. Todos juntos: «Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios, Santa Madre de Dios».


Homilia del Papa Francisco el 1 Enero 2016 en Santa Maria la Mayor de Roma