viernes, 9 de noviembre de 2018

- María supera todas las divisiones


-¿Cómo surgió la idea de abordar los misterios de María?
-Es el segundo libro: «Ave María», (Romana-LEV), una visión completa de la Virgen María de. Marco Pozza (Thiene, Vicenza, 1979), teólogo, periodista y capellán de la cárcel de Padua (Italia). El primero fue una oración sobre la paternidad y este está referido a la maternidad. Son las oraciones que aprendemos de niños. Era importante volver a tomarlas; entenderlas de nuevo, desde el origen, desde su verdadero sentido. Era importante que no fuera un sentido mecánico. Hemos tratado de reflexionar sobre ello.
-¿Qué imagen de María se refleja en este libro?
-Es la imagen de una mujer con tres características: la primera, la normalidad. María es una mujer normal, como cualquier otra. La segunda, que tiene la capacidad de sorprenderse, de asombrarse. Y la tercera, que tiene inquietudes, que, como dice el Papa Francisco, esta característica forma parte de la raíz de la santidad. Soy párroco de la cárcel de Padua y debo decirle que los presos rezan a María, incluso aquellos que no rezan a su Hijo. Es una mujer que supera todas las divisiones y que es capaz de hablarle al corazón de los hombres, sean creyentes o no, ¿por qué?, porque es madre.
-¿Sería la figura de la Virgen María del año cero la misma en 2018?
-Sería la misma persona que la que nos narran los Evangelios. Es un tipo de persona que, por su modo de ser, nunca envejece, que por estas tres características ofrece un ejemplo que permite entender a las personas que pueden ser santas con el modelo de María, con normalidad.
lo que sí trasciende de lo que nos cuentan los Evangelios sobre ella es que era una mujer con criterio. Hay un pasaje en el Evangelio donde María no dice: «Soy la esclava del Señor», sino que dice: «Soy la sierva del Señor». Es decir, no es esclava, sino que está al servicio. Asume un compromiso.
-¿Cuál cree que es el papel de la mujer en la Iglesia del siglo XXI?
-Hay una cosa muy curiosa en la figura de la Virgen María que pienso que podría ser de gran ayuda hoy a la Iglesia. En las Sagradas Escrituras, cuando Dios se «aburre» de los hombres, reinicia o retoma siempre a partir de una mujer, porque la mujer tiene la capacidad de mirar más allá de la apariencia de las cosas.
¿Cuál debería ser el papel de la mujer en la Iglesia? Debería ser el mismo papel que tiene María, que es el poder ser interlocutor con su Hijo. Hoy la Iglesia añade afectividad a su discurso, que hace pasar el mensaje más eficazmente que cuando solamente se habla con el lenguaje lógico a la cabeza, predominantemente masculino. La mujer habla al corazón, y el hombre, normalmente, lo hace al pensamiento, a la cabeza. La mujer es capaz de hablar al corazón. Seguramente, este mensaje afectivo no es un mensaje lógico, por tanto no responde a los criterios de la lógica, que son más fáciles de gobernar o entender, y eso puede crear una cierta incertidumbre.
-Es el segundo libro que escribe ¿qué ha cambiado desde el «Padre Nuestro»?
-No es una entrevista, es una conversación, es algo más íntimo. Existe una sintonía mayor entre los que dialogan. Sería parecido a una conversación entre un abuelo, el Papa, y su nieto que le dice: «Querido abuelo, hace tiempo me contaste una historia. Me gustaría que me la volvieras a contar, poniéndome ejemplos y matizando las cosas para que yo lo entienda bien». Me sorprenden dos cosas de esta conversación con el Papa Francisco: la primera, que la Teología de Francisco es una Teología pegada a la realidad, de manera que habla de Dios con ejemplos cotidianos y de María como si fuera la vecina de la puerta de al lado; la segunda, que el Santo Padre no esconde las miserias que hay en la vida, en la Historia, como el drama de las Madres de la Plaza de Mayo o la presencia del Maligno en la vida, y en la Iglesia. Y también habla de la muerte, sin acritud, sin un lenguaje tenebroso, sino con serenidad. Me impresionó mucho, porque me dijo que cuando él piensa en la muerte, lo hace como algo que te obliga a poner orden en tu vida. Esa filosofía de «Vive este día como si fuera el último». Y a esto le añade la pasión y el entusiasmo de pensar: Si este fuera el último día de mi vida, ¿qué haría?, haría la cosa más hermosa, lo mejor.

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