Cien años
después, ¿Qué dicen las apariciones de Fátima al mundo?
Las
apariciones de Fátima confirman una noticia consoladora: que la Madre del Hijo
de Dios encarnado y Madre nuestra no abandona a la humanidad en el curso de la
historia. Ella está presente y vela por la humanidad como portavoz y garante de
la Misericordia de Dios. Ella es la mediadora de la salvación.
Con las
apariciones, ella lanza un llamado para la corresponsabilidad de todo hijo de
Dios de trabajar juntos y hacer de toda la humanidad una familia de Hijo de Dios. Ella quiere aliviar a la humanidad de todos los
problemas, dolores y sufrimientos por los que se ve afectada.
¿Son las
apariciones de Fátima realmente las apariciones marianas más clamorosas,
políticas y proféticas del siglo XX?
Esto se
ha dicho y es cierto. Más allá del mensaje de buscar una conversión personal –y
la petición de "penitencia, penitencia y penitencia", en palabras de
la Virgen María– el mensaje de Fátima involucra a la comunidad internacional.
Este involucra a Rusia, Europa y la historia de Europa. Este implica al Papado
como institución, así como a los Pontífices, pues ambos son los receptores de
las persecuciones de cristianos y los ejecutores de los pedidos de la Virgen
María.
¿Por qué
elegir tres pastores, tres niños, para entregar un mensaje tan importante?
Ese es el
estilo de Dios. Dios escoge a los más débiles –hasta cierto punto los más
desvalidos– para recibir su mensaje, para que lo comuniquen a la humanidad. De
esta manera, Dios hace a los más débiles corresponsables de la salvación de la
humanidad.
Este
estilo de Dios está bien explicado en el Evangelio, cuando Jesús dice: “Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
las has revelado a los niños”. Pero podemos encontrar esta razón también en la
Primera Carta de San Pablo a los Corintios, que dice: “Dios escogió a las
criaturas débiles del mundo para avergonzar a los fuertes” (I Cor. 1:27). El
poder de Dios es revelado en la debilidad. Ese poder de Dios puede transformar
y renovar a la humanidad.
Usted
tuvo tres reuniones oficiales con Sor Lucia. ¿Qué clase de persona era? ¿Cuál
era su relación con las apariciones y las revelaciones que recibió?
Sor Lucía
era una persona brillante, muy agradable, serena, pacífica y tranquila. Era una
persona confiada que tuvo que guardar un gran secreto y que fue llamada para
comunicar mensajes importantes a la humanidad.
La
primera reunión que tuve con ella fue en abril del 2000, después de que el Papa
tomó la decisión de publicar la tercera parte del secreto de Fátima. Se sintió
liberada de la tarea de mantener el mensaje en secreto y por eso habló muy
abiertamente. Ella sentía que era la misionera del mensaje de Fátima para la
humanidad. Pensé que era una persona que luchó durante su vida, pero que nunca tuvo miedo. Ella
realmente confiaba en Dios. Se sentía protegida por el Señor y por la Virgen
María y también se sentía parte viva e integrada de la Iglesia que camina.
Durante
años, Sor Lucia envió cartas a los papas y por años los papas no respondieron.
Entonces, San Juan Pablo II tomó la decisión de reabrir el diálogo, y usted
trajo esta noticia a Sor Lucia. ¿Cómo reaccionó?
Sor Lucía
había tenido ciertas comunicaciones con Pío XII a través de mensajes que el
Papa le envió y que ella envió al Papa. Sin embargo, fue San Juan Pablo II
quien en realidad abrió el diálogo oficial, como ningún otro Papa había
respondido a las cartas anteriores. Cuando fui donde ella y le di la carta del
Papa, estuvo muy emocionada.
En la
carta, el Papa expresó su gran estima por la hermana Lucía y le pidió que
hablara abiertamente conmigo, así como se me confió, por parte del Papa, de informarle
cada palabra de ella. Sor Lucía no dudó. Ella dijo: “Muy bien. Te diré todo lo
que pides”. Ella estaba feliz y vivimos un momento muy bueno. Recibiendo la
voluntad del Papa, la hermana Lucía confió en mí. Sabía expresar con claridad
el núcleo del mensaje de Fátima, recordando las recomendaciones de la Virgen en
Fátima.
¿Por qué
se tomó la decisión de publicar el tercer secreto de Fátima en el año 2000,
durante el Jubileo?
Al final
del segundo milenio, hubo una espera espasmódica por conocer el “Tercer Secreto
de Fátima”. Había muchos escritos imaginarios, incluso algunas predicciones
catastróficas y apocalípticas. Al mismo tiempo que se tomó la decisión de
beatificar a los dos pastores de Fátima, el Papa también tomó la decisión de
publicar el texto auténtico del llamado Tercer Secreto de Fátima.
El Papa
me encomendó encontrarme con Sor Lucía y mostrarle el texto asegurado en el
archivo secreto del Santo Oficio, para que Sor Lucia pudiera confirmar que
tanto la escritura como el texto eran realmente los que envió al Papa.
¿Cuál fue
el camino del famoso sobre que contenía la tercera parte del Secreto de Fátima?
¿Cuántos Papas llegaron a conocer el secreto? ¿Y por qué se hablaba tan
ampliamente de dos sobres?
El sobre
original está contenido en un sobre más grande en el que Sor Lucía había
escrito ‘1960’ (No abrir antes de... 1960). En el sobre más grande, había otro
sobre, en el que la hermana Lucía había escrito ‘Tercera Parte del Secreto de
Fátima’. Esos famosos sobres, como sabemos por los archivos del Santo Oficio,
llegaron a Roma en 1957 a través de Mons. Cento, que era Nuncio Apostólico en
Portugal.
San Juan
XXIII fue el primero en abrir el sobre. Él escribió la tercera parte del
secreto con su confesor, Mons. Cavagna. Entonces, el Beato Pablo VI leyó el
secreto en 1965. Por último, San Juan Pablo II lo leyó el 18 de julio de 1981.
San Juan Pablo II guardó el sobre en el apartamento pontificio, aunque cada
Papa anterior, después de haber leído el secreto, había ordenado que el
documento sea devuelto al Archivo Secreto del Santo Oficio. Allí, los sobres
fueron asegurados en una vieja caja fuerte con un sistema antiguo y especial de
tres llaves, entregado a tres superiores del Santo Oficio, para que nadie
pudiera abrirlo sin la presencia de las otras dos personas y sin el
consentimiento del oficial superior.
¿Qué
sintió cuando leyó por primera vez el tercer secreto?
Estaba
atónito, asombrado por la lectura. Al mismo tiempo, encontré la confirmación de
lo que Juan Pablo II ya había dicho. Es decir, más allá de las persecuciones
que la Iglesia ha sufrido durante el siglo, la predicción de una historia de
dolor que acarrearía no solo a los simples y a los pequeños, sino también a los
guardianes de la Iglesia –sacerdotes y obispos– al punto de tocar al Obispo que
viste túnicas blancas; que los pastores intuían que era el Papa.
Esta
predicción incluyó un intento de asesinato en la casa del Papa, es decir, la
casa común de los fieles. Este hecho horrible e indescriptible es de hecho el
punto central del mensaje, ya que involucra al pueblo de Dios en su totalidad,
incluyendo al Pastor Supremo del pueblo de Dios en la tierra y la historia.
La Virgen
María también hizo una petición precisa de consagrar a Rusia a su Inmaculado
Corazón. ¿Cómo cumplieron los Papas este requisito? ¿Y qué hizo en particular
Pío XII y Juan Pablo II?
La
petición de consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María es muy importante.
Rusia es un pueblo –de hecho, un grupo de pueblos– que está en el centro del
mensaje y que está muy cerca del corazón de la Virgen.
Durante
el siglo XX, los Papas se refirieron a Rusia muchas veces. Para dar un ejemplo
concreto (recuerdo) que Benedicto XV ayudó a Rusia durante la gran hambruna de
1921-1923. También Pío XI. La Virgen adelantó una petición muy precisa y el
Papa cumplió el requisito considerando el contexto ecuménico, para describirlo
en términos actuales.
El Papa
Pío XII fue el primero en consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María: lo
hizo en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Diez años más tarde, con la
Carta Apostólica Sacro Vergente Anno–una
carta muy hermosa– consagró al pueblo de Rusia.
San Juan
Pablo II consagró Rusia al Corazón Inmaculado de María en 1982, y luego en
Fátima el 25 de marzo de 1984, durante el Año Extraordinario de la Redención
que había proclamado. Algunos observan que Juan Pablo II no mencionó
explícitamente a Rusia. Sin embargo, la referencia a Rusia es evidente. Creo
que el Papa no quiso mencionar explícitamente la palabra ‘Rusia’ por una
especie de respeto hacia el mundo ortodoxo.
La
referencia es muy clara en las consagraciones de Pío XII y en la mencionada
carta apostólica de Pío XII hay una expresión equivalente: “El pueblo que estás
esperando ser consagrado”. Y entonces, la oración de consagración es muy
solemne, muy hermosa: “Madre de la Iglesia, ilumina al pueblo de Dios en el
camino de la fe, la esperanza y la caridad. Ilumina especialmente a las
personas que están esperando ser consagradas y confiadas a ti. Ayúdanos a vivir
en la verdad de la Consagración a Cristo para toda la familia humana en el
mundo contemporáneo”. Se preguntó a la hermana Lucía si las consagraciones
fueron hechas apropiadamente, tanto por su superior religioso como por mí. Ella
respondió: “Como Nuestra Señora lo pidió”.
Sor Lucía
entonces escribió un libro para contestar todas las cartas que recibió. El
libro también explora la noción de María como corredentora de la humanidad. ¿Es
posible considerar a la Virgen María de esa manera?
El libro
fue publicado y confieso humildemente que apoyé su publicación. Sor Lucía
expresó su voluntad de publicar este libro para responder a las miles de cartas
que recibió. También había escrito muchas cartas personales que ahora están
siendo examinadas en la Congregación para la Causa de los Santos. Sin embargo,
quiso reunir todos sus pensamientos y comentarios sobre el mensaje de Fátima en
un libro que ella misma escribió.
La
publicación del libro fue discutida durante una reunión de los cardenales miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y algunos
de los cardenales dijeron: “No, no se debe publicar, no podemos poner a la hermana
Lucía en un escenario universal como si la autorizáramos como maestra de
mariología... se supone que debe vivir con humildad y en lo oculto”.
Cuando
regresé de la reunión con ella, le dije al Cardenal Ratzinger y al Papa Juan
Pablo II: “Muchos libros de teología y devoción popular son erróneos, y algunos
de ellos no son lo mejor en doctrina y la espiritualidad... ¿por qué no
deberíamos estar de acuerdo en la publicación de un libro de Sor Lucía?”. Le di
el borrador del libro al P. Jesús Castellano Cervera, un eminente teólogo que
se desempeñó como Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El P.
Castellano leyó atentamente el borrador. Quedó fascinado y escribió una
presentación hermosa de este. Con el libro, Sor Lucía presenta lo que de alguna
manera podemos llamar “el Catecismo de Fátima”. Ella escribe una teología simple pero profundamente
espiritual. También habla de María como corredentora, pero este título no
genera ningún problema teológico. Incluso el P. Castellano destacó que no hay
tantos problemas con el título (de corredentora), ya que se reconoce que María
está subordinada a Cristo, el único mediador.
El libro
fue traducido a varios idiomas y sugiero leerlo y meditar sobre él,
especialmente ahora, con ocasión del 100 aniversario de las apariciones de
Fátima.
En su
camino a Portugal en 2010, Benedicto XVI dijo que la profecía de Fátima no
estaba plenamente cumplida, que todavía estaba viva. ¿Qué quiso decir Benedicto
XVI? ¿En qué sentido la profecía aún no se ha cumplido?
El
entonces Cardenal Ratzinger, en el comentario teológico a la publicación de la
Tercera Parte del Secreto de Fátima, destacó explícitamente: “Se puede ver
representada en esta imagen la historia de todo un siglo. Del mismo modo que
los lugares de la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes
de la montaña y de la ciudad y están orientados hacia la cruz, también
los tiempos son presentados de forma compacta. En la visión podemos reconocer
el siglo pasado como siglo de los mártires, como siglo de los sufrimientos y de
las persecuciones contra la Iglesia, como el siglo de las guerras mundiales y
de muchas guerras locales que han llenado toda su segunda mitad y han hecho
experimentar nuevas formas de crueldad. En el ‘espejo’ de esta visión vemos
pasar a los testigos de la fe de decenios”.
Así, en
un sentido, dice que los acontecimientos descritos en el tercer secreto ya han
pasado. Al mismo tiempo, el corazón del llamado de Fátima trata de la
conversión. Es decir, la conversión de los fieles y el camino de la Iglesia
hacia la fidelidad.
Sor Lucía
realmente se preocupaba de cumplir lo que ella llama el “mandamiento de María”.
Así como está el mandamiento del Señor Jesús: “Amaos los unos a los otros como
yo os amé”, está el mandamiento de María de “Haced lo que Él os diga”
Así, el
mensaje de Fátima continúa, es eternamente actual. Este es el significado de lo
que ha dicho Benedicto XVI.
Juan
Pablo II, en su mensaje de 1997 para el Día Mundial del Enfermo, escribió:
"La Señora del mensaje parece leer los signos de los tiempos –los signos
de nuestro tiempo– con una percepción especial (...) La insistente invitación
de María Santísima a la penitencia no es más que la manifestación de su preocupación
maternal por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y
perdón". Todos estos procesos de conversión, intercesión y reconciliación
no cesaron en 1981. Siguen trabajando... así que el mensaje de Fátima sigue
apelándonos y nos recuerda nuestra corresponsabilidad.
Usted se
reunió con Sor Lucía por última vez el 9 de diciembre de 2003. ¿De qué
hablaron? ¿Y cuánto duró esta reunión?
La última
reunión con Sor Lucía fue extraordinaria. Yo diría que fue la más cordial,
amorosa y fraterna de nuestras reuniones. La reunión también estuvo llena de
muchos temas de conversación. Pasé quizás cinco horas en Coimbra aquel día:
celebré Misa, me
reuní con la comunidad y luego me reuní personalmente con Sor Lucía.
La
reunión duró cerca de dos horas y estuve junto al P. Kondor, el postulador de
la causa de la beatificación de los pastores. Charlamos, recordamos nuestras
reuniones del pasado y los temas que habíamos discutido y luego hablamos de
tres temas específicos.
El primer
tema fue un pedido de aclaración sobre la relación de la hermana Lucía con el
Cardenal Luciani. Pedí una verificación del informe de la reunión que el
Cardenal Luciani –quien más tarde fue elegido Papa Juan Pablo I– había
redactado. Sor Lucía pidió que el informe fuera traducido al portugués. Lo leyó
cuidadosamente y lo confirmó. Este es el texto en portugués que la hermana
Lucía firmó como confirmación.
Le hice
una pregunta directa: “¿Predijiste la elección del Cardenal Luciani como
Papa?”. Ella respondió con estas mismas palabras: “No recuerdo si le dije que
iba a ser elegido Papa. Le dije a mi comunidad religiosa que había conocido a
un buen Cardenal, un Santo Cardenal, y que si hubiera sido elegido Papa, iba a
ser un buen Papa". Estas son las palabras de la Hermana Lucía.
Ciertamente, sabemos que el Cardenal Luciani estaba muy conmovido por el
diálogo con Sor Lucia. El diálogo fue sobre los problemas de la Iglesia, sobre
la fe y el declive de la fe en la Iglesia; ya eran temas de interés entre las
décadas de 1970 y 1980, imagine que dirían ellos hoy.
El
segundo tema trató sobre la salud del Papa Juan Pablo II. Me pidió mucha
información sobre el Papa. Ella había tenido una relación muy cercana con el
Papa anterior. Sabemos que los pastores estaban muy vinculados al Papa, rezaron
mucho por él, habían ofrecido su dolor por el sufrimiento del Papa desde 1917.
La
hermana Lucía se relacionó muy estrechamente con Juan Pablo II. Ella me dio su
bastón para que yo pudiera llevarlo al Papa y me dijo: “Dad esto al Santo Padre
y veréis que la Virgen María lo protegerá y ayudará que su salud mejore".
Ella me dio el bastón para el Papa porque le había dicho que el Papa estaba
caminando con la ayuda de un bastón, como la hermana Lucía. Ella normalmente se
movía en una silla de ruedas, pero cuando estaba de pie tenía que apoyarse en
el bastón. Traje el bastón aquí al Santo Padre y creo que ahora está en el
museo de San Juan Pablo II en Cracovia.
Finalmente
hablamos de la salud de la hermana Lucía. Le deseé muchas felicidades para su
próximo centésimo cumpleaños. Le dije: "¡Los mejores deseos! Espero verle
de nuevo cuando cumpla 100". Ella respondió: “Nunca nos encontraremos de
nuevo. Nunca más me verás. Usted vendrá para mi entierro". Estas fueron
sus propias palabras.
En
realidad, cuando Sor Lucia murió el 13 de febrero de 2005, su superiora
religiosa me llamó y yo presidí su funeral el 15 de febrero de 2005, en una
ciudad decorada de arriba a abajo con rosas, no sé de dónde las recolectaron,
de cada parte de Portugal. Así que, al final, Sor Lucía predijo eso.
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