miércoles, 24 de septiembre de 2014

- Maria, la seducción de Dios

La seducción que María ejerce en la historia humana es el gran recurso de Dios para atraernos hacia Ël. María no es punto de llegada, es señal, icono, compañera de camino, que nos deja en brazos de nuestro Dios Padre-Madre.
La misteriosa presencia de María nos hace experimentar la dimensión materna de Dios. María no suplanta a Dios, pero sí es referencia a esa dimensión de lo divino que casi nunca nos atrevemos a expresar: que nuestro Dios es Padre y Madre.
En cuanto colaboradora del Espiritu Santo, Maria es una señal clara de discernimiento. Ella es la Inmaculada, la victoriosa, con ella no convive el espiritu del mal, ella es la que con su Hijo aplasta la cabeza del Maligno, como la mujer apocalíptica a quien el dragón es incapaz de vencer. María es refugio contra las adversidades del mal, luchadora contra los malos espiritus por la mutua inmanencia que existe entre María y el Espiritu Santo.
Maria nos enseña que es posible concebir por obra del Espiritu. Hemos de redescubrir la maternidad de la Iglesia y su capacidad para ser “casa de todos y madre de todos los pueblos”. La maternidad y paternidad espiritual es el modo de dar continuidad a la maternidad de María en el calvario, cuando Jesús derramó el Espiritu.

Lo importante no es lo que nosotros hacemos, sino lo que el Espíritu puede realizar a través de nosotros. Así la misión es hoy una tarea espiritual: la evocación de Maria en la misión evangelizadora nos lleva al compromiso por hacer que llegue el Reino de Dios y sean vencidas las bestias que deshumanizan y destruyen al ser humano. Cuando el Espíritu nos visita en y con María llega la “bendición” a los seres humanos y, con ella, la Promesa.

martes, 23 de septiembre de 2014

- María Corredentora

El Misterio de María Corredentora

El término “Corredentora” jamás pretende disminuir la preponderancia y la universalidad de la obra de mediación de Cristo, sino que se refiere a ella y también muestra la fuerza. El término “Corredentora” tiene una larga tradición en la Iglesia. Se puede encontrar en los escritos de los Padres de la Iglesia, de santos y de papas. Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Padre Pío, Madre Teresa y sor Lucía de Fátima lo han defendido fuertemente en los tiempos actuales. Los Papas Pio XII, Pablo VI y Juan Pablo II ha usado el término varias veces.
El Papa Pío XII en su encíclica “Ad Caeli Reginam” del 11 de octubre de 1954 ampliando la analogía entre Eva y María, se refirió al testimonio de San Ireneo: “De estas consideraciones podemos concluir lo siguiente: en la obra de la redención, María, por designio de Dios, fue unida con Jesucristo, la causa de salvación, de manera muy semejante a la que Eva fue unida con Adán, la causa de la muerte. Por lo tanto, puede decirse que la obra de nuestra salvación fue llevada a cabo por una "restauración" (San Ireneo) en la que la raza humana, así como fue sentenciada a morir por una virgen, fue salvada por una virgen”.

El Papa Paulo VI en su "Credo del Pueblo de Dios," el 30 de junio de 1968 unió los temas estrechamente relacionados de "asociada del Redentor" y "nueva Eva," al formular la creencia de la Iglesia en la Virgen María“Unida por un vínculo indisoluble al misterio de la encarnación y redención, la Santísima Virgen María, la Inmaculada, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los justos; y creemos que la Santísima Madre de Dios, nueva Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo ejercitando su oficio materno con respecto a los miembros de Cristo, cooperando para que las almas redimidas nazcan y crezcan en la vida divina
 El Papa, al sintetizar los principales dogmas marianos: que María es Madre de Dios, siempre Virgen, concebida inmaculada, asunta al cielo y, al mismo tiempo, subraya su espiritualidad maternal y sus oficios corredentores y mediadores. Virtualmente inseparable del concepto de María como "nueva Eva," está su asociación íntima con la vida, sufrimientos y muerte de Cristo. Por lo tanto, el hecho de describirla como asociada o compañera del Redentor [socia Redemptoris], se convierte en otra manera de reconocer la participación activa única que tuvo en la redención.

San Juan Pablo II En el saludo que dirigió a los enfermos el 8 septiembre de 1982 dijo:“Maria, aunque concebida y nacida sin mancha de pecado, participó de una manera maravillosa en los sufrimientos de su divino Hijo, para poder ser la Corredentora de la humanidad”.
*En ocasión de la fiesta de su santo patrono, Carlos Borromeo, en 1984, el Papa ofreció estos pensamientos en su alocución del Angelus en Arona: “Hacia nuestra Señora - La Corredentora - San Carlos volvió la mirada con acentos singularmente revelatorios: comentando la pérdida de Jesús a los doce años en el Templo, reconstruyó el diálogo interior que pudo haber habido entre la Madre y el Hijo, y añadió: "sufrirás dolores mayores aún, Oh Madre bendita, y continuarás viviendo; pero la vida para ti será mil veces más amarga que la muerte. Verás cómo entregan a tu Hijo inocente en las manos de los pecadores... Lo verás brutalmente crucificado entre ladrones; verás su santo costado abierto por la estocada cruel de una lanza; finalmente, verás derramarse la sangre que tú misma le diste. ¡Y sin embargo no podrás morir!" (De la homilía pronunciada en la Catedralde Milán el domingo después de Epifanía, 1584)
*San Juan Pablo II El 31 de marzo de 1985, domingo de Ramos y día mundial de la Juventud, el Papa habló sobre la inmersión de María en el misterio de la pasión de Cristo: “María acompañó a su divino Hijo en el más discreto silencio, ponderando todo en las profundidades de su corazón. En el calvario, permaneciendo al pie de la cruz, en la inmensidad y profundidad de su sacrificio maternal, tenía a Juan a su lado, el Apóstol más joven. Que María, nuestra Protectora, la Corredentora, a quien ofrecemos nuestra oración con gran efusión, haga que nuestro deseo corresponda generosamente con el deseo del Redentor.”
*El 24 de marzo de 1990, el Santo Padre Juan Pablo II se dirigió a los participantes voluntarios de una peregrinación de la Alianza del Transporte de Enfermos a Lourdes así como a los enfermos que atienden, con estas palabras: “¡Que María Santísima, Corredentora de la raza humana junto con su Hijo, les otorgue siempre fortaleza y confianza!
*Asimismo, al conmemorar el sexto centenario de la canonización de Santa Brígida de Suecia, el 6 de octubre de 1991, Juan Pablo II dijo: “Santa Brigida miró a María como su modelo y apoyo en todos los momentos de su vida. Habló energéticamente del privilegio divino de la Inmaculada Concepción de María. Contempló su asombroso oficio como Madre del Salvador. La invocó como la Inmaculada Concepción, nuestra Señora de los Dolores y Corredentora, exaltando la singular misión de María en la historia de la salvación y la vida del pueblo Cristiano”.

Los títulos de Corredentora, Mediadora y Abogada nos permiten visualizar el rol de María en nuestra salvación de una manera lógica y coherente: Es precisamente debido a la participación especial e íntima de Nuestra Señora en el trabajo de la redención (como Corredentora) que ella puede ser la distribuidora (Mediadora) de todas las gracias y la gran intercesora (Abogada) para sus hijos después del mismo Jesús (Heb. 7:25; 1Jn 2:1) y el Espíritu Santo (cf. Jn 14:16, 26; 15:26; 16:7).

lunes, 8 de septiembre de 2014

-Maria y la plenitud de los tiempos

La fiesta de la plenitud y el alivio (SS. Benedicto XVI)
Una fiesta como la de la Natividad de la Santísima virgen María, por la época en que se celebra —es decir, cuando el tiempo, después de los calores estivales, se hace más suave, y cuando la uva y tantos otros frutos llegan a madurar— expresa muy bien dos conceptos: el de la “plenitud de los tiempos” y el del alivio beneficioso aportado por el nacimiento de María.
Todo en el AT converge hacia el tiempo de la Encarnación, y en este punto comienza el NT. En ese momento de plenitud se inserta María, La Natividad de María —comenta san Andrés de Creta “representa el tránsito de un régimen al otro, en cuanto que convierte en realidad lo que no era más que símbolo y figura, sustituyendo lo antiguo por lo nuevo”.
La liturgia de la fiesta de la Natividad de la Santísima virgen María reafirma en diversos tonos la idea de la plenitud de los tiempos: en la primera lectura del oficio se preanuncia el gran momento de la aparición de la íntima colaboradora de aquel que conseguiría la victoria definitiva sobre la serpiente infernal, aparición, por ello, destinada a iluminar a toda la iglesia.
El tema de la luz recurre constantemente en la Fiesta de la Natividad de la Santísima virgen María: “Por su vida gloriosa todo el orbe quedó iluminado”. “Cuando nació la Santísima Virgen, el mundo se iluminó”. “De Ti nació el Sol de la justicia”. Y junto al tema de la luz, obviamente, el tema de la alegría. “Que toda la creación… rebose de contento y contribuya a su modo a la alegría propia de este día. “Celebremos con gozo el nacimiento de María”. “Tu nacimiento… anunció la alegría a todo el mundo”.

Plenitud de los tiempos, luz y alegría. Quizá se logre entender mejor lo que representa el nacimiento de la Virgen para la humanidad si se tiene en cuenta la condición de un encarcelado. Los días del encarcelado son largos, interminables… Cuenta los minutos de la última noche que transcurre en la cárcel. Después, finalmente, las puertas se abren: ¡ha llegado la hora tan esperada de la libertad! Esos minutos interminables, contados uno a uno, nos recuerdan las páginas evangélicas de la genealogía de Jesús. Unos nombres se suceden a otros con monotonía: “Abrahán engendró a lsaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá… Jesé engendró a David, el rey. David engendró a Salomón…” (Mt 1,2.6ab). Hasta que suena, finalmente, la hora querida por Dios: es la plenitud de los tiempos, el inicio de la luz, la aurora de la salvación: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, el llamado Cristo” (Mt 1 .16).