|
"La misión profética de Fátima no está acabada..." "En 2017, será el centenario de las apariciones... impulsemos el anunciado triunfo del Corazón Inmaculado de María" (Benedicto XVI)
martes, 26 de diciembre de 2017
- No olvidar al Inmaculado Corazón de María
lunes, 20 de noviembre de 2017
- 2017: Rusia inaugura Templo a los mártires de la Revolución
Revolución Rusa: Iglesias
sobre sangre derramada
En la Iglesia ortodoxa rusa existen las así denominadas iglesias “Sobre
la sangre derramada”. Vean estas fotos de la mas famosa de ellas, la de San Petersburgo:
Hay varios templos de esta clase, el más famoso está en San Petersburgo, en el lugar donde el zar Alejandro II fue matado en 1881. Aquel asesinato puede ser considerado el inicio de un largo camino hacia las revoluciones.
El 25 de mayo 2017 el patriarca ortodoxo ruso Kirill, patriarca de toda
Rusia, consagró en Moscú el nuevo templo en honor de los mártires y
confesores de la Iglesia ortodoxa rusa.
An enormous new church has been built in record-breaking time in central Moscow a few blocks from the historic KGB headquarters on Lyubanka Square. The church commemorates Christian victims...
Srétensky (Moscow, on Lyubanka Square). Interior of the Church of Resurrection of Christ and New Martyrs and Confessors of Russian Church on the grounds of the Sretensky Monastery. May 25, 2017
La ceremonia contó con la presencia del
presidente Vladímir Putin. ¿Por qué la bendición de una iglesia atrajo la
atención al más alto nivel? Porque está ubicada en un lugar de masivas
ejecuciones de clérigos, oficiales e intelectuales realizadas tras las dos
revoluciones de 1917, cuyo centenario se conmemora este año.
La KGB era el vecino del Monasterio Srétensky, donde se encuentra el
templo recién inaugurado. A las víctimas las interrogaban y torturaban en los
sótanos del Comité para la Seguridad del Estado (KGB) y luego las fusilaban en
el territorio del antiguo convento.
President Putin prayed at the Liturgy that followed the Great Consecration of the new church, which is dedicated to the Resurrection and the New Martyrs and Confessors of Russia.
Russian President Putin visits Sretensky Monastery in Moscow
La caída de los zares
En febrero de 1917, en medio de demostraciones de obreros, militares y
policías, bajo la presión de los principales mandos del Ejército, el zar Nicolás
II firmó el acta de abdicación. A partir de ese momento, la política en Rusia
consistió en el enfrentamiento entre el Gobierno provisional de conservadores y
centristas y el Soviet (Consejo), formado por los socialdemócratas radicales y
moderados. En octubre de 1917, tras la toma armada del poder en Petrogrado (San
Petersburgo) y las provocaciones rebeldes en las regiones, el Soviet se
proclamó la única autoridad en el antiguo imperio ruso.
Santos sin santoral
En la década de 1920, Rusia pasó por la guerra civil y luego, durante 70
años, experimentó la construcción de una nueva sociedad basada en las ideas
marxistas. Por desgracia, a este proceso lo acompañaron severas persecuciones
contra la Iglesia, declarada enemiga del Estado socialista. Las represiones
produjeron miles de mártires y confesores.
La Unión Soviética cayó en 1991. Pero hasta ahora en Rusia no ha habido
consenso en torno a las dos revoluciones. Muchas personas se siguen
manifestando con retratos de Lenin el 7 de noviembre, en el aniversario de la
Revolución de Octubre.
Otras prefieren celebrar la fiesta de la Rusia moderna,
el Día de la Unidad Nacional del 4 de noviembre, que coincide con la fiesta del venerado icono de la Madre de Dios de Kazán.
Un paso importante hacia la reunificación nacional es una catedral
grande y hermosa en un lugar sagrado donde los revolucionarios derramaron la
sangre de víctimas inocentes.
Como dato curioso, el abad del monasterio
Srétensky, el obispo Tíjon (Shevkunov), es autor del bestseller: “Santos
sin Santoral”. Los fondos recaudados a través de la venta del libro se han
destinado a la construcción del «templo memorial dedicado a los mártires
cristianos del siglo XX».
“Russia, once an officially atheist State, has made a stunning turnaround since the fall of the Soviet Union with the majority of Russian people now identifying themselves as Orthodox Christians”
Esta colección de relatos sobre la vida eclesiástica
en Rusia ha sido editada en distintas lenguas, y ahora se está preparando su
publicación en español una oportunidad exclusiva de leer
fragmentos de la obra de uno de los más conocidos obispos rusos.
*Por Miguel Palacio, Consejero del Departamento de Relaciones Exteriores Eclesiásticas del
Patriarcado de Moscú
*Video de la consagración del nuevo templo: https://www.youtube.com/watch?v=o34Of7xR6y8
(dura 3 h y 40 minutos)
La trágica historia de los Zares de Rusia
Alejandro II empezó a gobernar en 1855. Rusia estaba cansada del régimen
de mano dura mantenido por el zar Nicolás I durante 30 años. Alejandro trató de
imponer en Rusia innovaciones que la acercarían a Europa. La reforma más
significativa fue la emancipación de los siervos en 1861. Pero las leyes
progresistas de Alejandro II impulsaron algo que él nunca hubiera podido
imaginar: el nacimiento del terrorismo. Los luchadores por la transformación
social eligieron como objetivo de caza al zar llamado el libertador.
El hijo de Alejandro II, Alejandro III, era partidario del
conservadurismo y se esforzó por acabar con reformas. Su sucesor, Nicolás II
(1894-1917), un hombre serio y honesto, resultó incapaz de enfrentarse a los
desafíos de la época. El tiempo de Nicolás II se caracterizó por el desarrollo
de la industria y la prosperidad de la educación. Al mismo tiempo, entre los
obreros crecían el disgusto y la decepción. Querían ganar más y tener un seguro
social garantizado. Los trabajadores formaron sindicatos que pretendían jugar
un papel activo en la sociedad.
El comienzo del siglo XX trajo para Nicolás II una serie de hechos
fatales: el fracaso de la guerra contra Japón (1904-1905); la primera
revolución (1905-1907); el establecimiento de la Duma Estatal (una especie de
parlamento), que puso el punto final en la historia de la autocracia absoluta
en Rusia; los conflictos del zar con la Duma; la I Guerra Mundial (1914-1918),
en la que las fuerzas armadas rusas no tuvieron éxito.
Todo esto causó la desilusión total con Nicolás II. Además, diversos
hombres de Estado, miembros de la familia de los Romanov y jerarcas de la
Iglesia, se opusieron vigorosamente a la influencia política de Grigori
Rasputin, un campesino que obtuvo fama de sanador y de adivino que se acercó a
la zarina Alejandra, esposa de Nicolás. Rasputin supo aliviar dolores del
príncipe heredero, Alexis, que sufría hemofilia (enfermedad que impide la
correcta coagulación de la sangre). A comienzos de 1916, un pariente de Nicolás
II, el príncipe Félix Yusúpov, mató al amigo de la pareja imperial.
Etiquetas:
Conversión de Rusia,
Corazon herido,
El Amor triunfará,
Fátima profecia viva,
Mensaje de Fátima,
Reparación,
Sanar corazones,
Ternura de Dios
domingo, 19 de noviembre de 2017
- Clausura del Año del Centenario de Fatima
El
próximo 26 de noviembre, Solemnidad de Cristo Rey,
en el Santuario de Fátima se clausurará el Año Jubilar del Centenario de las
Apariciones de Nuestra Señora.
El
Obispo de Leiria-Fátima, Mons. António Marto, cerrará las celebraciones como
delegado Pontificio.
Durante
este Año Jubilar, se concedió la indulgencia plenaria “a los fieles que visiten
en peregrinación el Santuario de Fátima y ahí participen devotamente en alguna
celebración u oración en honor de la Virgen María, recen la oración del Padre
Nuestro, reciten el Credo e invoquen a Nuestra Señora de Fátima”.
Mons. Antonio
Marto calificó este Jubileo como “un momento histórico y único”, un “itinerario
de fiesta” para públicos variados, y de acción de gracias por el hecho de que
la devoción a la Virgen de Fátima se ha “extendido por el mundo entero dejando
un rastro de luz y de esperanza”.
Se estima
que durante la conmemoración del centenario de las apariciones de Nuestra
Señora de Fátima participaron de las celebraciones unos 50 millones de
peregrinos.
viernes, 15 de septiembre de 2017
- Jesús le dijo a María: "ahí tienes a tu hijo"
En la
fiesta de Nuestra Señora, la Virgen de los Dolores, leemos en el Evangelio: “junto a la
cruz de Jesús estaban su madre…Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo
que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.»
Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu
madre.» Y desde aquella hora, el
discípulo la recibió en su casa.” Este texto recoge sin duda
alguna el mayor dolor que sufrió la Virgen María, ver a su Hijo en la Cruz y
sabiendo que iba a morir.
Jesús quiso desde el principio unir a su
Madre a su acción redentora y María, que había dado el "sí" a la
encarnación, al pie de la cruz aceptó el ser nuestra Corredentora, se unió a la
entrega de su Hijo y le ofreció al Padre como la única Hostia propiciatoria por
nuestros pecados.
Desde la Cruz, Jesús, derramó su gracia sobre
nosotros de manera desbordante; nos explicó sin palabras la lección magistral
de Amor; dio su vida por nosotros... y por si fuera poco nos dio a su Madre.
Esas palabras: "Mujer, ahí tienes a tu hijo... ahí tienes a tu
madre", no sé qué resonancias tendrían en el corazón de la Virgen, por lo
desproporcionado del cambio, pero sí sé cómo resuenan en mi interior sabiendo
que Ella es mi Madre.
Que la Virgen sea nuestra Madre nos está
invitando no sólo a amarla, sino sobre todo a imitarla. Imitar sus virtudes: su
silencio, su humildad, su disponibilidad a los planes de Dios, su fortaleza en
el sufrimiento, su caridad, su esperanza.
María, vivió todo esto unida a Cristo, su
Hijo, y eso es lo que desea para nosotros, que vivamos unidos a Él. Con Él,
todo lo podemos, hasta lo más difícil. Si no sabemos el camino para llegar a
Él, acudamos a la Madre y ella nos guiará.
Monasterio de Sta. Ana (Murcia) Monjas dominicas, 15 septiembre 2017
miércoles, 16 de agosto de 2017
- María es un modelo de virtud y de fe
El Evangelio nos presenta a la joven de Nazaret,
que recibió el anuncio del Ángel, y parte de prisa para estar cerca de Isabel,
en los últimos meses de su embarazo prodigioso. Viniendo de ella, María recoge
de su boca las palabras que vinieron a formar la oración de “Ave María”,
‘Bendita tú entre las mujeres y bendito es el fruto de tu seno’ (Lc 1:42). De
hecho, el regalo más grande que María ofrece a Isabel – y al mundo – es Jesús,
que ya vive en ella; y vive no sólo por la fe y por la espera, al igual que
muchas mujeres del Antiguo Testamento: Jesús tomó de la Virgen la carne humana,
para su misión de salvación.
En la casa de Isabel y su
esposo Zacarías, donde antes reinaba la tristeza por la falta de hijos, ahora
existe la alegría de un bebé en camino: un niño que se convertirá en el gran
Juan Bautista, el precursor del Mesías. Y cuando llega María, la alegría desbordante
brota de los corazones, porque la presencia invisible pero real de Jesús llena
todo de significado: la vida, la familia, la salvación de la gente… Todo!
Esta
alegría completa se expresa con la voz de María en la hermosa oración que el
Evangelio de Lucas ha transmitido a nosotros y que, desde la primera palabra
latina, que se llama Magnificat. Es un canto de alabanza a Dios, que hace cosas
grandes a través de personas humildes, desconocidas para el mundo, como la
misma María, como su esposo José, y también como el lugar donde viven, Nazaret.
Las cosas grandes que Dios ha hecho con las personas humildes, las cosas
grandes que el Señor hace en el mundo con los humildes, porque la humildad es
como un espacio que deja sitio para Dios. El hombre humilde es poderoso porque
es humilde: No porque es fuerte. Y esta es la grandeza del humilde y de la
humildad.
El
Magníficat canta al Dios misericordioso y fiel, que cumple su plan de salvación
con los más pequeños y los pobres, con los que tienen fe en Él, que confían en
su Palabra, como María. Esta es la exclamación de Isabel: “Bienaventurados los
que han creído” (Lc 1,45). En esa casa, la venida de Jesús a través de María ha
creado no solo un ambiente de alegría y de comunión fraterna, también un
ambiente de fe que lleva a la esperanza, a la oración, a la alabanza.
Todo esto nos gustaría que
sucediera hoy en día en nuestros hogares. Celebrando la fiesta de Santa María
de la Asunción, nos gustaría que, una vez más, trajese a nosotros, a nuestras
familias, a nuestras comunidades, ese don inmenso, la única gracia que hay que
pedir siempre antes y por encima de las otras gracias que pedimos: ¡la gracia
que es Jesucristo!
Trayendo a Jesús, María nos
trae también una nueva alegría, llena de significado; que trae una nueva
capacidad de superar con fe los momentos más dolorosos y difíciles; esto nos
trae la capacidad de misericordia, de perdonarnos, de comprendernos, de
sostenernos unos a otros.
María es un modelo de virtud y
fe. Al contemplarla hoy en el Cielo, al final de su camino en la tierra, la
agradecemos porque siempre nos precede en la peregrinación de la vida y de la
fe – es la primera discípula-. Y le pedimos que nos custodie y nos sostenga;
que podamos tener una fe fuerte, alegre y misericordiosa; que nos ayude a ser
santos, para encontrarnos con Ella, un día, en el Paraíso.
María, Reina de la paz, que hoy
contemplamos en la gloria celestial, te confiamos una vez más las angustias y
dolores de las poblaciones que en tantas partes del mundo están sufriendo
debido a los desastres naturales, tensiones sociales o conflictos. ¡Que nuestra
Madre celestial nos de a todos consuelo y un futuro de serenidad y de concordia!
*Angelus del 15 agosto 2017
martes, 15 de agosto de 2017
- Nunca la Iglesia ha sido tan acosada como ahora.
En la misa de la Asunción el cardenal Cañizares ha hecho un
llamamiento a “avivar la esperanza firme” en Dios, y a “dar razones de esta
esperanza” porque, frente a las persecuciones e inseguridades, “su victoria ya
se ha dado en María”. La Iglesia es hoy, con María testigo de esperanza, camino
en esperanza y llama a la esperanza; tiene la certeza de la presencia de
Jesucristo en ella, de que Dios no la deja en la estacada, como no deja en la
estacada al hombre por la resurrección de Jesucristo”.
En su homilía ha descrito
como “muchos cristianos están sumidos hoy en una época y en una sociedad
afectadas a menudo por un oscurecimiento de la esperanza en la que tantos
hombres y mujeres parecen desorientados, inseguros, sin ánimo, sin aliento,
envueltos en una gran pérdida de la herencia cristiana, unida a una especie de
agnosticismo práctico y de indiferencia religiosa y un cierto miedo al futuro,
aprisionados en el aquí y el ahora”.
Ante esta situación, el
Cardenal ha animado a los cristianos a “dar razones de nuestra esperanza” y ha
recordado que “el Hijo que dio a luz María es garantía de la victoria, certeza
de la esperanza, y la Iglesia es hoy, con María testigo de esperanza, camino en
esperanza y llama a la esperanza; tiene la certeza de la presencia de
Jesucristo en ella, de que Dios no la deja en la estacada, como no deja en la
estacada al hombre por la resurrección de Jesucristo”.
Además, también “la Iglesia
en su peregrinar a lo largo de los siglos XX y XXI ha padecido muchas
tribulaciones, y nunca tal vez en la historia se ha visto acosada como en este
periodo”, algo que “está siendo una prueba muy severa para la Iglesia”, ha
precisado.
Sin embargo, “aunque se empeñen con ataques y persecuciones y
aunque nos empeñemos los mismos cristianos con nuestras infidelidades y
cobardías, no vencerán porque la victoria ya se ha dado y la señal y la prueba
es María, glorificada y coronada”, ha precisado.
Por ello, al celebrar hoy la solemnidad de la Asunción de la
Virgen, “se aviva en la Iglesia y en los cristianos la esperanza firme y se
siente movida a dar razones de la esperanza que le anima, aún con el martirio,
encarnación suprema y gozosa del evangelio de la esperanza”.
“Con María renace la esperanza en tomar parte en el triunfo de
Cristo sobre la muerte, ella es nuestra victoria, aquí se nos hace palpable la
esperanza, María alienta y anima nuestra esperanza en medio de tantas y tantas
dificultades y en ella encuentra la Iglesia también su gran esperanza”….(Valencia,
España,15 agosto 2017)
jueves, 15 de junio de 2017
- ¿Por qué Fátima es tan importante?
Han pasado cien años. Y Fátima se mantiene impertérrita, como si hubiese
algo que esperar del lugar de las apariciones, de su mensaje, de su significado
más profundo.
Lo sucedido en Fátima es uno de los acontecimientos más
misteriosos de la Historia. El día trece de mayo de 1917 tres pastorcitos de
10, 9 y 7 años dijeron haber visto a una Señora «más brillante que el sol»,
que había bajado del cielo para trasmitir a la Iglesia y a la humanidad un
mensaje. Los incrédulos se rieron, la prensa laica habló de «supersticiones
medievales», e incluso, gran parte del clero dio vuelta la espalda.
Pero multitudes crecientes de peregrinos y curiosos siguieron aproximándose al
lugar de los hechos los «trece» de cada mes. Los
pastorcitos anunciaron que el «trece» de octubre la
Señora obraría sucesos extraordinarios para testificar su presencia. Y ese día,
a la vista de todos, ocurrió lo que los historiadores llaman el «milagro
del sol». Un acontecimiento apocalíptico, presenciado
aproximadamente por cien mil personas, en las que el sol se precipitó sobre las
multitudes aterrorizadas. Pero al mismo tiempo los ciegos vieron, los sordos escucharon,
los paralíticos caminaron. Y la prensa anti-clerical registró anonadada los
sucesos. Jacinta y Francisco, los dos pastorcitos más pequeños, murieron
pronto, según ellos mismos habían anunciado, transmitiendo algunas valiosas
pistas sobre el anuncio profético dejado por la Virgen. Lucía, la
sobreviviente, sería con el tiempo religiosa carmelita, se comunicaría con los
Papas y moriría recién el año 2005, unos meses antes que
Juan Pablo II.
Han pasado
cien años. Y Fátima se mantiene impertérrita, como si hubiese algo que esperar
del lugar de las apariciones, de su mensaje, de su significado más profundo.
Las multitudes siguen llegando como si no hubiera pasado el tiempo. La prensa
mundial continúa interesándose en el caso. Quizás porque el año 2000, en el
cambio de siglo, la Santa Sede dijo que ya había revelado todo lo referente al
mensaje de la Señora. Incluso el Cardenal Ratzinger, que ese mismo año
estableció que en la materia ya no quedaban profecías pendientes, el año 2010,
como Benedicto XVI, proclamó que la Cristiandad debía esperar el cumplimiento
de la profecía más esperanzadora: «Por fin Mi Inmaculado Corazón
triunfará». Aunque no se sabe cómo se llegará a eso.
Sea lo que sea, Fátima no se reduce a una devoción individual,
aunque ello le es esencial. Por ejemplo, Sor Lucía insistió que al rezo del
rosario le fue concedido en estos tiempos un poder de intercesión mucho más
poderoso que en el pasado. Por eso, hoy más que nunca es necesario aproximarse
a la Señora, la intercesora misericordiosa ante el gran Dios. Quienes no la conocen,
también pueden golpear sus puertas. Es Madre. Y de todos. Pero no lo olvidemos.
También es Reina, y Reina de la historia. De nuestra historia y de la del mundo
que viene.
Etiquetas:
Corazon herido,
Corazón materno,
Diálogo positivo,
El Amor triunfará,
Fátima profecia viva,
Maria Corredentora,
Maria Mediadora,
Mensaje de Fátima,
Pastorcitos,
Reparación,
Sanar corazones
lunes, 29 de mayo de 2017
- Anhelo del cielo
¿Piensas
alguna vez en el cielo? Estos pastorcillos, seguro que sí.
El 13 de Mayo 2017 el papa Francisco canonizó en Fátima a los
pastorcillos Jacinta y Francisco; dijo el Papa: “Tenemos ante los ojos a san
Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María introdujo en el
mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí recibían ellos la
fuerza para superar las contrariedades y los sufrimientos. La presencia divina
se fue haciendo cada vez más constante en sus vidas, como se manifiesta
claramente en la insistente oración por los pecadores y en el deseo permanente
de estar junto a Jesús oculto en el Sagrario”.
Conmueve pensar en Francisco y
Jacinta. Esos dos niños conmovidos por el amor de una Madre que les había
mostrado toda su belleza. Tienen el corazón abierto. Se dejan cuidar por María
como su Madre espiritual. Sus vidas cambian.
El papa Francisco comenta: “En
Fátima la Virgen ha escogido el corazón inocente y la simplicidad de los
pequeños Francisco, Jacinta y Lucía, los depositarios de su mensaje. Estos
niños lo han acogido dignamente, y son reconocidos como testigos fiables de las
apariciones, convirtiéndose en modelos de vida cristiana”.
Estos dos niños, siendo tan pequeños, se convierten en modelo
de vida cristiana. Modelo para todos los cristianos. Modelo siendo los
niños más pequeños canonizados sin haber sufrido el martirio. Modelo por su
forma de mirar, de vivir, de sufrir y enfrentar la enfermedad. Por su mirada
pura. Por su inocencia intacta. Por su fortaleza en el dolor.
Nunca se quejaban en medio de su enfermedad. Y
siempre pensaban en los que sufrían y en Jesús al que querían consolar.
Ofrecían todo por ellos. Sus
dolores, sus renuncias. Cargan así sobre sus débiles hombros el mundo entero.
Saben que lo que ellos no aporten no lo hará nadie en su lugar.
Me conmueven su mirada inocente,
su fortaleza, su alegría y su pasión. Siguen siendo niños pero ya son adultos
maduros en la forma de vivir su fe. Y ven el cielo reflejado en la tierra.
Descubren el paso de Dios caminando entre ellos. Gracias a las apariciones
cambia su vida para siempre, su percepción del mundo.
Y veo a estos niños que saben
entregar su corta vida con alegría, pensando en Jesús que sufre y en los
pecadores que necesitan conversión. Renuncian
a los placeres inmediatos. Aceptan con alegría cualquier sacrificio. No
se asustan ante el final de sus días en esta tierra. No se rebelan contra una
enfermedad injusta.
El encuentro con esa bella mujer
los ha cambiado por dentro, los ha hecho niños en los brazos de Dios.
Verdaderamente niños inocentes y confiados. A partir de ese encuentro están
dispuestos a adorar a Dios, a esperar siempre contra toda esperanza, a amar a
Jesús sobre todas las cosas. Y así lo hacen. Y entonces todo lo demás poco
importa.
Me emociona pensar en la serenidad llena de paz de Francisco. Sensato y
fiel. Me gusta la alegría inocente y espontánea de Jacinta. Su sencillez, su
mirada. Los dos cambian en el encuentro con Nuestra Señora. Ella los educa poco
a poco. La escuela de María se hace realidad en ellos. María siempre es
educadora. Siempre es Madre. Es Maestra espiritual. María es fuente de
misericordia para los que la buscan.
María me lleva a su Hijo que es
puerta de misericordia. Miro a María que me abraza y me espera siempre. Pienso
en su mirada hacia los pastorcillos. Estos niños se dejaron tocar por su amor
inmenso y sus vidas cambiaron. Palparon la misericordia de Dios. Quiero dejarme tocar por la misericordia de
María.
Etiquetas:
alegria y gozo,
Corazón materno,
El Amor triunfará,
Fátima profecia viva,
Pastorcitos,
Reparación,
Sanar corazones,
Sor Lucia,
Ternura de Dios
viernes, 19 de mayo de 2017
- No dejarnos impresionar por el mal
Tres pastores y una lógica desmantelada *
Los tres pastores que fueron testigos del acontecimiento de Fátima,
traen consigo una lección que encaja perfectamente en la expresión “pequeños
gigantes”. ¿Alguien podría si quiera imaginar antes del año 1989 que el mensaje
recibido por Jacinta, Francisco y Lucía sería más fuerte que la mega estructura
comunista y totalitaria que afligía, sobre todo, a Europa del este? El final de
una era cruel y violenta, estaba en lo que aquellos niños portugueses habían escuchado de la Madre de Dios. Sí, de ella, porque no pudo ser de otra
manera que alcanzaran adelantarse a los acontecimientos. Y es que Juan Pablo
II, entra en el tejido de la historia de Fátima, como “el obispo vestido de
blanco” que, de hecho, alzó la voz por un cambio planetario, saliendo adelante
en medio de un atentado que desafío las leyes de la medicina. El Estado
opresor, marcado por el poderío militar, fue totalmente desmantelado por
la sencillez de la fe. Y no para la anarquía, sino encaminada a un nuevo
comienzo. ¿Cómo quedarse en que todo fue coincidencia cuando se trató de un
plan maestro, genial, que contribuyó a la paz?
Ahora bien, ¿qué lección podemos sacar del mensaje de Fátima? No dejarnos impresionar por el poder del mal que se materializa de muchas maneras: desunión, violencia, odio, miedo, difamación, etcétera. Al final, aunque la Iglesia parezca a momentos demasiado disminuida, siempre termina por resurgir. Lleva más de veinte siglos haciéndolo. La lógica del más fuerte, acaba por invertirse y, entonces, desde lo inimaginable, aquello que escapa a cualquier indicio o posibilidad, surge la respuesta, la transformación. El cristianismo continúa en medio de crueles persecuciones. Los tres pastores, sin ninguna oportunidad humanamente hablando, son una voz que, desde lo sencillo, cambia, convierte y llega a los que aun negando a Dios, puede que terminen aceptándolo. “Pero es que en mi salón de clases de la universidad soy el único católico practicante”, nos dirá alguno; sin embargo, Dios actúa desde la minoría para alcanzar a la mayoría. Esa es la certeza que nos viene de Fátima.
Cuando pensemos que no hay salida al secularismo, al caos, recordemos el mensaje de los tres pastores, porque la Virgen lo ha conseguido: regresar la mirada hacia Dios y, desde ahí, construir un mundo más humano. El mal impone, salta a la vista como algo aparatoso, pero bastó un madero y Jesús para vencerlo. Entonces, ¿por qué sigue provocando estragos? Son intentos desesperados por sobrevivir, pero solamente el bien, lo noble, consigue salir a flote.
Ahora bien, ¿qué lección podemos sacar del mensaje de Fátima? No dejarnos impresionar por el poder del mal que se materializa de muchas maneras: desunión, violencia, odio, miedo, difamación, etcétera. Al final, aunque la Iglesia parezca a momentos demasiado disminuida, siempre termina por resurgir. Lleva más de veinte siglos haciéndolo. La lógica del más fuerte, acaba por invertirse y, entonces, desde lo inimaginable, aquello que escapa a cualquier indicio o posibilidad, surge la respuesta, la transformación. El cristianismo continúa en medio de crueles persecuciones. Los tres pastores, sin ninguna oportunidad humanamente hablando, son una voz que, desde lo sencillo, cambia, convierte y llega a los que aun negando a Dios, puede que terminen aceptándolo. “Pero es que en mi salón de clases de la universidad soy el único católico practicante”, nos dirá alguno; sin embargo, Dios actúa desde la minoría para alcanzar a la mayoría. Esa es la certeza que nos viene de Fátima.
Cuando pensemos que no hay salida al secularismo, al caos, recordemos el mensaje de los tres pastores, porque la Virgen lo ha conseguido: regresar la mirada hacia Dios y, desde ahí, construir un mundo más humano. El mal impone, salta a la vista como algo aparatoso, pero bastó un madero y Jesús para vencerlo. Entonces, ¿por qué sigue provocando estragos? Son intentos desesperados por sobrevivir, pero solamente el bien, lo noble, consigue salir a flote.
Si nos dejamos intimidar por el mal, por las
distorsiones acerca de la verdadera antropología, no haremos nada. En cambio,
al trabajar por ser coherentes, aun en medio de las críticas o tensiones,
habremos hecho lo que nos toca y, entonces, vendrán los frutos. La Virgen nos anima en esa dirección. Y la
historia lo demuestra.
(*)Carlos J. Díaz Rodríguez, joven laico, comprometido con la causa de
la nueva evangelización, a partir de la presencia en el ciberespacio. Nació el
28 de octubre de 1989, en la Ciudad y Puerto de Veracruz, México.
Etiquetas:
El Amor triunfará,
Evangelio que da la felicidad,
Fátima profecia viva,
Iglesia Madre,
Mensaje de Fátima,
Pastorcitos,
Reparación,
Sanar corazones,
Ternura de Dios
- Fátima, una llamada al amor
Mensaje de la Virgen de Fátima tiene gran
actualidad para el hombre de hoy.
Es un
mensaje actual no solo en 1917 cuando la Virgen se apareció, sino también es
actual para el hombre de hoy. Y de esto han hablado los Papas. El mensaje de
Fátima se puede acortar a unos capítulos fundamentales:
El primero es el llamado que la Virgen hizo a
los tres pastorcillos “sobre el problema de la fe: creer es necesario para los
creyentes”. El mensaje de Fátima es una invitación a renovar la fe y esta
invitación de la Virgen es actual porque uno de los problemas de la sociedad
contemporánea concierne a la fe”.
El segundo es la conversión. “La Virgen
invitó a los pastorcitos a la conversión”: “Convertirse a Dios y convertir a
los hermanos. Son dos cosas inseparables”.
En ese sentido, el Cardenal portugués Saraiva
Martins dijo que “si el hombre de hoy, la sociedad de hoy tiene necesidad de
algo es justo en este principio, la cercanía a los hermanos independientemente
de la religión, de la cultura, del origen, del modo de vivir: todos somos
hermanos, hijos del mismo Padre. Si el hombre tiene necesidad de algo, es de
considerarnos todos como una familia”.
Así
señaló que “el rol de los pastorcitos es muy claro: transmitir el mensaje que
la Virgen le ha confiado”.
Etiquetas:
Corazón materno,
Dios es todo Corazón,
El Amor triunfará,
Fátima profecia viva,
Iglesia Madre,
Mensaje de Fátima,
Pastorcitos,
Sanar corazones
- Reflexión del P. Santiago Martin
Fátima, un mensaje de lucha
y de esperanza *
A las apariciones de la Virgen en Fátima les
pasa lo que al buen vino, que ganan con los años. Si eran importantes los
mensajes que Nuestra Señora dio a los tres niños en 1917, ahora, cien años
después, no sólo se puede ver cómo se cumplieron las profecías hechas en aquel
momento, sino la actualidad de las mismas.
Al menos, tres cosas importantes quiso
recordarnos la Virgen en aquel momento: que el infierno existe y no está vacío;
que es necesaria la oración, la penitencia y la conversión para poder acoger el
regalo de la misericordia divina; que Dios es más poderoso que el demonio y
que, por lo tanto, la victoria final no será del mal y sus aliados, sino del
bien y los suyos. Y a todo esto la Virgen le puso un colofón que nos llena de
esperanza: “Al final, mi Corazón Inmaculado triunfará”.
Hoy, cien años después, hemos visto el fin del
imperio soviético cuyo nacimiento anunció la Virgen meses antes de que
ocurriera, y cuyo fin predijo cuando el mundo se consagrara a su Inmaculado
Corazón (en 1984 lo hizo San Juan Pablo II, unido a todos los obispos del
mundo; al año siguiente llegaba Gorbachov al poder en la Unión Soviética y
empezaba la “perestroika” y la “glásnost”, que era un intento de reformar el
comunismo desde dentro, y que supuso el fin del mismo; en 1989 cayó el Muro de
Berlín; en 1991 desapareció oficialmente la Unión Soviética). Pero hemos visto
aparecer nuevas guerras, nuevas tiranías, nuevas amenazas. Mientras que el
comunismo sigue cruelmente vigente en países como China, Cuba o Venezuela, el
secularismo ateo provoca grandes daños a la humanidad a través de ideologías
como la de género. La Iglesia misma no se ha visto libre del daño y ese
secularismo ha echado profundas raíces dentro de ella, a veces disfrazado de
una ideologización de la Iglesia, que parecería una ONG dedicada a ayudar a los
pobres más que el instrumento que Cristo creó para amar y hacer amar a Dios, y
otras veces el secularismo ha hecho y hace estragos en la Iglesia poniendo en
duda el concepto mismo de verdad -hasta el punto de negar la existencia
objetiva de los pecados- o manipulando el concepto de misericordia -que sería
otorgada a todos aunque no estuvieran arrepentidos ni pidieran perdón-.
Por eso es importante en este centenario volver
a recordar aquellos mensajes que nos dejó María y que son más actuales que
nunca. Mensajes ratificados por el Santo Padre en su visita a Fátima para
rendir homenaje a la Virgen y para canonizar a los dos niños videntes que ya
eran beatos. Mensajes que, si bien hablan del infierno y de la necesaria
conversión, se pueden resumir en una invitación a la esperanza: Al final, mi
Corazón Inmaculado triunfará. Lo mismo que lucharon sin desfallecer los que
eran enviados por los soviéticos a los campos de concentración de Siberia o que
no renegaron de su fe los que eran fusilados por los comunistas en las tapias
de los cementerios de España, así nosotros, confiando en la fuerza de Dios y en
la protección de María, debemos seguir colaborando con el Señor para que el mal
no venza al bien y el mundo sea el Reino de Dios que Cristo vino a instaurar en
la tierra.
(*)Santiago Martín, sacerdote y escritor
español, nació el 24 de febrero de 1954, en Vallecas, un barrio valiente y
luchador por naturaleza, donde se forjaron muchos sacerdotes en la defensa de
los derechos humanos y la democracia.
sábado, 13 de mayo de 2017
- Fátima, manto de Luz que nos cubre
El Papa
Francisco presidió en el atrio del Santuario de Nuestra Señora de Fátima la Misa de canonización de los pastorcitos
Francisco y Jacinta Marto, los niños que en 1917 fueron testigos de las
apariciones de la Virgen en esta localidad portuguesa.
A
continuación el texto completo de la homilía:
«Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida
del sol», dice el vidente de Patmos en el Apocalipsis (12,1), señalando además
que ella estaba a punto de dar a luz a un hijo. Después, en el Evangelio, hemos
escuchado cómo Jesús le dice al discípulo: «Ahí tienes a tu madre» (Jn 19,27).
Tenemos una Madre, una «Señora muy bella»,
comentaban entre ellos los videntes de Fátima mientras regresaban a casa, en
aquel bendito 13 de mayo de hace cien años. Y, por la noche, Jacinta no pudo
contenerse y reveló el secreto a su madre: «Hoy he visto a la Virgen». Habían
visto a la Madre del cielo. En la estela de luz que seguían con sus ojos, se
posaron los ojos de muchos, pero… estos no la vieron. La Virgen Madre no vino
aquí para que nosotros la viéramos: para esto tendremos toda la eternidad, a
condición de que vayamos al cielo, por supuesto.
Pero ella, previendo y advirtiéndonos sobre
el peligro del infierno al que nos lleva una vida
a menudo propuesta e impuesta sin Dios y que profana a Dios en sus criaturas,
vino a recordarnos la Luz de Dios que mora en nosotros y nos cubre, porque,
como hemos escuchado en la primera lectura, «fue arrebatado su hijo junto a
Dios» (Ap 12,5). Y, según las palabras de Lucía, los tres privilegiados se
encontraban dentro de la Luz de Dios que la Virgen irradiaba. Ella los rodeaba
con el manto de Luz que Dios le había dado. Según el creer y el sentir de
muchos peregrinos —por no decir de todos—, Fátima es sobre todo este manto de
Luz que nos cubre, tanto aquí como en cualquier otra parte de la tierra, cuando
nos refugiamos bajo la protección de la Virgen Madre para pedirle, como enseña
la Salve Regina, «muéstranos a Jesús».
Queridos Peregrinos, tenemos una Madre.
Aferrándonos a ella como hijos, vivamos de la esperanza que se apoya en Jesús,
porque, como hemos escuchado en la segunda lectura, «los que reciben a raudales
el don gratuito de la justificación reinarán en la vida gracias a uno solo,
Jesucristo» (Rm 5,17). Cuando Jesús subió al cielo, llevó junto al Padre
celeste a la humanidad ,nuestra humanidad, que había asumido en el seno de la
Virgen Madre, y que nunca dejará.
Como un ancla, fijemos nuestra esperanza en
esa humanidad colocada en el cielo a la derecha del Padre (cf. Ef 2,6). Que
esta esperanza sea el impulso de nuestra vida. Una esperanza que nos sostenga
siempre, hasta el último suspiro.
Con esta esperanza, nos hemos reunido aquí
para dar gracias por las innumerables bendiciones que el Cielo ha derramado en
estos cien años, y que han transcurrido bajo el manto de Luz que la Virgen,
desde este Portugal rico en esperanza, ha extendido hasta los cuatro ángulos de
la tierra.
Como un ejemplo para nosotros, tenemos ante
los ojos a san Francisco Marto y a santa Jacinta, a quienes la Virgen María
introdujo en el mar inmenso de la Luz de Dios, para que lo adoraran. De ahí
recibían ellos la fuerza para superar las contrariedades y los
sufrimientos. La presencia divina se fue haciendo cada vez más constante en sus
vidas, como se manifiesta claramente en la insistente oración por los pecadores
y en el deseo permanente de estar junto a «Jesús oculto» en el Sagrario.
En sus Memorias (III, n.6), Sor Lucía da la
palabra a Jacinta, que había recibido una visión: «¿No ves muchas carreteras,
muchos caminos y campos llenos de gente que lloran de hambre por no tener nada
para comer? ¿Y el Santo Padre en una iglesia, rezando delante
del Inmaculado Corazón de María? ¿Y tanta gente rezando con él?» Gracias por
haberme acompañado. No podía dejar de venir aquí para venerar a la Virgen
Madre, y para confiarle a sus hijos e hijas. Bajo su manto, no se pierden; de
sus brazos vendrá la esperanza y la paz que necesitan y que yo suplico para
todos mis hermanos en el bautismo y en la humanidad, en particular para los
enfermos y los discapacitados, los encarcelados y los desocupados, los pobres y
los abandonados. Queridos hermanos: pidamos a Dios, con la esperanza de que nos
escuchen los hombres, y dirijámonos a los hombres, con la certeza de que Dios
nos ayuda.
En efecto, él nos ha creado como una
esperanza para los demás, una esperanza real y realizable en el estado de vida
de cada uno. Al «pedir» y «exigir» de cada uno de nosotros el cumplimiento de
los compromisos del propio estado (Carta de sor Lucía, 28 de febrero de 1943),
el cielo activa aquí una auténtica y precisa movilización general contra esa
indiferencia que nos enfría el corazón y agrava nuestra miopía. No queremos ser
una esperanza abortada. La vida sólo puede sobrevivir gracias a la generosidad
de otra vida. «Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo;
pero si muere, da mucho fruto» (Jn 12,24): lo ha dicho y lo ha hecho el Señor,
que siempre nos precede. Cuando pasamos por alguna cruz, él ya ha pasado
antes. De este modo, no subimos a la cruz para encontrar a Jesús, sino que ha
sido él el que se ha humillado y ha bajado hasta la cruz para encontrarnos a
nosotros y, en nosotros, vencer las tinieblas del mal y llevarnos a la luz.
Que, con la protección de María, seamos en el
mundo centinelas que sepan contemplar el verdadero rostro de Jesús Salvador,
que brilla en la Pascua,
y descubramos de nuevo el rostro joven y hermoso de la Iglesia, que resplandece
cuando es misionera, acogedora, libre, fiel, pobre de medios y rica de amor.
viernes, 12 de mayo de 2017
- El cardenal que habló con la hermana Lucía de Fatima
Cien años
después, ¿Qué dicen las apariciones de Fátima al mundo?
Las
apariciones de Fátima confirman una noticia consoladora: que la Madre del Hijo
de Dios encarnado y Madre nuestra no abandona a la humanidad en el curso de la
historia. Ella está presente y vela por la humanidad como portavoz y garante de
la Misericordia de Dios. Ella es la mediadora de la salvación.
Con las
apariciones, ella lanza un llamado para la corresponsabilidad de todo hijo de
Dios de trabajar juntos y hacer de toda la humanidad una familia de Hijo de Dios. Ella quiere aliviar a la humanidad de todos los
problemas, dolores y sufrimientos por los que se ve afectada.
¿Son las
apariciones de Fátima realmente las apariciones marianas más clamorosas,
políticas y proféticas del siglo XX?
Esto se
ha dicho y es cierto. Más allá del mensaje de buscar una conversión personal –y
la petición de "penitencia, penitencia y penitencia", en palabras de
la Virgen María– el mensaje de Fátima involucra a la comunidad internacional.
Este involucra a Rusia, Europa y la historia de Europa. Este implica al Papado
como institución, así como a los Pontífices, pues ambos son los receptores de
las persecuciones de cristianos y los ejecutores de los pedidos de la Virgen
María.
¿Por qué
elegir tres pastores, tres niños, para entregar un mensaje tan importante?
Ese es el
estilo de Dios. Dios escoge a los más débiles –hasta cierto punto los más
desvalidos– para recibir su mensaje, para que lo comuniquen a la humanidad. De
esta manera, Dios hace a los más débiles corresponsables de la salvación de la
humanidad.
Este
estilo de Dios está bien explicado en el Evangelio, cuando Jesús dice: “Te
alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
las has revelado a los niños”. Pero podemos encontrar esta razón también en la
Primera Carta de San Pablo a los Corintios, que dice: “Dios escogió a las
criaturas débiles del mundo para avergonzar a los fuertes” (I Cor. 1:27). El
poder de Dios es revelado en la debilidad. Ese poder de Dios puede transformar
y renovar a la humanidad.
Usted
tuvo tres reuniones oficiales con Sor Lucia. ¿Qué clase de persona era? ¿Cuál
era su relación con las apariciones y las revelaciones que recibió?
Sor Lucía
era una persona brillante, muy agradable, serena, pacífica y tranquila. Era una
persona confiada que tuvo que guardar un gran secreto y que fue llamada para
comunicar mensajes importantes a la humanidad.
La
primera reunión que tuve con ella fue en abril del 2000, después de que el Papa
tomó la decisión de publicar la tercera parte del secreto de Fátima. Se sintió
liberada de la tarea de mantener el mensaje en secreto y por eso habló muy
abiertamente. Ella sentía que era la misionera del mensaje de Fátima para la
humanidad. Pensé que era una persona que luchó durante su vida, pero que nunca tuvo miedo. Ella
realmente confiaba en Dios. Se sentía protegida por el Señor y por la Virgen
María y también se sentía parte viva e integrada de la Iglesia que camina.
Durante
años, Sor Lucia envió cartas a los papas y por años los papas no respondieron.
Entonces, San Juan Pablo II tomó la decisión de reabrir el diálogo, y usted
trajo esta noticia a Sor Lucia. ¿Cómo reaccionó?
Sor Lucía
había tenido ciertas comunicaciones con Pío XII a través de mensajes que el
Papa le envió y que ella envió al Papa. Sin embargo, fue San Juan Pablo II
quien en realidad abrió el diálogo oficial, como ningún otro Papa había
respondido a las cartas anteriores. Cuando fui donde ella y le di la carta del
Papa, estuvo muy emocionada.
En la
carta, el Papa expresó su gran estima por la hermana Lucía y le pidió que
hablara abiertamente conmigo, así como se me confió, por parte del Papa, de informarle
cada palabra de ella. Sor Lucía no dudó. Ella dijo: “Muy bien. Te diré todo lo
que pides”. Ella estaba feliz y vivimos un momento muy bueno. Recibiendo la
voluntad del Papa, la hermana Lucía confió en mí. Sabía expresar con claridad
el núcleo del mensaje de Fátima, recordando las recomendaciones de la Virgen en
Fátima.
¿Por qué
se tomó la decisión de publicar el tercer secreto de Fátima en el año 2000,
durante el Jubileo?
Al final
del segundo milenio, hubo una espera espasmódica por conocer el “Tercer Secreto
de Fátima”. Había muchos escritos imaginarios, incluso algunas predicciones
catastróficas y apocalípticas. Al mismo tiempo que se tomó la decisión de
beatificar a los dos pastores de Fátima, el Papa también tomó la decisión de
publicar el texto auténtico del llamado Tercer Secreto de Fátima.
El Papa
me encomendó encontrarme con Sor Lucía y mostrarle el texto asegurado en el
archivo secreto del Santo Oficio, para que Sor Lucia pudiera confirmar que
tanto la escritura como el texto eran realmente los que envió al Papa.
¿Cuál fue
el camino del famoso sobre que contenía la tercera parte del Secreto de Fátima?
¿Cuántos Papas llegaron a conocer el secreto? ¿Y por qué se hablaba tan
ampliamente de dos sobres?
El sobre
original está contenido en un sobre más grande en el que Sor Lucía había
escrito ‘1960’ (No abrir antes de... 1960). En el sobre más grande, había otro
sobre, en el que la hermana Lucía había escrito ‘Tercera Parte del Secreto de
Fátima’. Esos famosos sobres, como sabemos por los archivos del Santo Oficio,
llegaron a Roma en 1957 a través de Mons. Cento, que era Nuncio Apostólico en
Portugal.
San Juan
XXIII fue el primero en abrir el sobre. Él escribió la tercera parte del
secreto con su confesor, Mons. Cavagna. Entonces, el Beato Pablo VI leyó el
secreto en 1965. Por último, San Juan Pablo II lo leyó el 18 de julio de 1981.
San Juan Pablo II guardó el sobre en el apartamento pontificio, aunque cada
Papa anterior, después de haber leído el secreto, había ordenado que el
documento sea devuelto al Archivo Secreto del Santo Oficio. Allí, los sobres
fueron asegurados en una vieja caja fuerte con un sistema antiguo y especial de
tres llaves, entregado a tres superiores del Santo Oficio, para que nadie
pudiera abrirlo sin la presencia de las otras dos personas y sin el
consentimiento del oficial superior.
¿Qué
sintió cuando leyó por primera vez el tercer secreto?
Estaba
atónito, asombrado por la lectura. Al mismo tiempo, encontré la confirmación de
lo que Juan Pablo II ya había dicho. Es decir, más allá de las persecuciones
que la Iglesia ha sufrido durante el siglo, la predicción de una historia de
dolor que acarrearía no solo a los simples y a los pequeños, sino también a los
guardianes de la Iglesia –sacerdotes y obispos– al punto de tocar al Obispo que
viste túnicas blancas; que los pastores intuían que era el Papa.
Esta
predicción incluyó un intento de asesinato en la casa del Papa, es decir, la
casa común de los fieles. Este hecho horrible e indescriptible es de hecho el
punto central del mensaje, ya que involucra al pueblo de Dios en su totalidad,
incluyendo al Pastor Supremo del pueblo de Dios en la tierra y la historia.
La Virgen
María también hizo una petición precisa de consagrar a Rusia a su Inmaculado
Corazón. ¿Cómo cumplieron los Papas este requisito? ¿Y qué hizo en particular
Pío XII y Juan Pablo II?
La
petición de consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María es muy importante.
Rusia es un pueblo –de hecho, un grupo de pueblos– que está en el centro del
mensaje y que está muy cerca del corazón de la Virgen.
Durante
el siglo XX, los Papas se refirieron a Rusia muchas veces. Para dar un ejemplo
concreto (recuerdo) que Benedicto XV ayudó a Rusia durante la gran hambruna de
1921-1923. También Pío XI. La Virgen adelantó una petición muy precisa y el
Papa cumplió el requisito considerando el contexto ecuménico, para describirlo
en términos actuales.
El Papa
Pío XII fue el primero en consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de María: lo
hizo en 1942, durante la Segunda Guerra Mundial. Diez años más tarde, con la
Carta Apostólica Sacro Vergente Anno–una
carta muy hermosa– consagró al pueblo de Rusia.
San Juan
Pablo II consagró Rusia al Corazón Inmaculado de María en 1982, y luego en
Fátima el 25 de marzo de 1984, durante el Año Extraordinario de la Redención
que había proclamado. Algunos observan que Juan Pablo II no mencionó
explícitamente a Rusia. Sin embargo, la referencia a Rusia es evidente. Creo
que el Papa no quiso mencionar explícitamente la palabra ‘Rusia’ por una
especie de respeto hacia el mundo ortodoxo.
La
referencia es muy clara en las consagraciones de Pío XII y en la mencionada
carta apostólica de Pío XII hay una expresión equivalente: “El pueblo que estás
esperando ser consagrado”. Y entonces, la oración de consagración es muy
solemne, muy hermosa: “Madre de la Iglesia, ilumina al pueblo de Dios en el
camino de la fe, la esperanza y la caridad. Ilumina especialmente a las
personas que están esperando ser consagradas y confiadas a ti. Ayúdanos a vivir
en la verdad de la Consagración a Cristo para toda la familia humana en el
mundo contemporáneo”. Se preguntó a la hermana Lucía si las consagraciones
fueron hechas apropiadamente, tanto por su superior religioso como por mí. Ella
respondió: “Como Nuestra Señora lo pidió”.
Sor Lucía
entonces escribió un libro para contestar todas las cartas que recibió. El
libro también explora la noción de María como corredentora de la humanidad. ¿Es
posible considerar a la Virgen María de esa manera?
El libro
fue publicado y confieso humildemente que apoyé su publicación. Sor Lucía
expresó su voluntad de publicar este libro para responder a las miles de cartas
que recibió. También había escrito muchas cartas personales que ahora están
siendo examinadas en la Congregación para la Causa de los Santos. Sin embargo,
quiso reunir todos sus pensamientos y comentarios sobre el mensaje de Fátima en
un libro que ella misma escribió.
La
publicación del libro fue discutida durante una reunión de los cardenales miembros de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y algunos
de los cardenales dijeron: “No, no se debe publicar, no podemos poner a la hermana
Lucía en un escenario universal como si la autorizáramos como maestra de
mariología... se supone que debe vivir con humildad y en lo oculto”.
Cuando
regresé de la reunión con ella, le dije al Cardenal Ratzinger y al Papa Juan
Pablo II: “Muchos libros de teología y devoción popular son erróneos, y algunos
de ellos no son lo mejor en doctrina y la espiritualidad... ¿por qué no
deberíamos estar de acuerdo en la publicación de un libro de Sor Lucía?”. Le di
el borrador del libro al P. Jesús Castellano Cervera, un eminente teólogo que
se desempeñó como Consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El P.
Castellano leyó atentamente el borrador. Quedó fascinado y escribió una
presentación hermosa de este. Con el libro, Sor Lucía presenta lo que de alguna
manera podemos llamar “el Catecismo de Fátima”. Ella escribe una teología simple pero profundamente
espiritual. También habla de María como corredentora, pero este título no
genera ningún problema teológico. Incluso el P. Castellano destacó que no hay
tantos problemas con el título (de corredentora), ya que se reconoce que María
está subordinada a Cristo, el único mediador.
El libro
fue traducido a varios idiomas y sugiero leerlo y meditar sobre él,
especialmente ahora, con ocasión del 100 aniversario de las apariciones de
Fátima.
En su
camino a Portugal en 2010, Benedicto XVI dijo que la profecía de Fátima no
estaba plenamente cumplida, que todavía estaba viva. ¿Qué quiso decir Benedicto
XVI? ¿En qué sentido la profecía aún no se ha cumplido?
El
entonces Cardenal Ratzinger, en el comentario teológico a la publicación de la
Tercera Parte del Secreto de Fátima, destacó explícitamente: “Se puede ver
representada en esta imagen la historia de todo un siglo. Del mismo modo que
los lugares de la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes
de la montaña y de la ciudad y están orientados hacia la cruz, también
los tiempos son presentados de forma compacta. En la visión podemos reconocer
el siglo pasado como siglo de los mártires, como siglo de los sufrimientos y de
las persecuciones contra la Iglesia, como el siglo de las guerras mundiales y
de muchas guerras locales que han llenado toda su segunda mitad y han hecho
experimentar nuevas formas de crueldad. En el ‘espejo’ de esta visión vemos
pasar a los testigos de la fe de decenios”.
Así, en
un sentido, dice que los acontecimientos descritos en el tercer secreto ya han
pasado. Al mismo tiempo, el corazón del llamado de Fátima trata de la
conversión. Es decir, la conversión de los fieles y el camino de la Iglesia
hacia la fidelidad.
Sor Lucía
realmente se preocupaba de cumplir lo que ella llama el “mandamiento de María”.
Así como está el mandamiento del Señor Jesús: “Amaos los unos a los otros como
yo os amé”, está el mandamiento de María de “Haced lo que Él os diga”
Así, el
mensaje de Fátima continúa, es eternamente actual. Este es el significado de lo
que ha dicho Benedicto XVI.
Juan
Pablo II, en su mensaje de 1997 para el Día Mundial del Enfermo, escribió:
"La Señora del mensaje parece leer los signos de los tiempos –los signos
de nuestro tiempo– con una percepción especial (...) La insistente invitación
de María Santísima a la penitencia no es más que la manifestación de su preocupación
maternal por el destino de la familia humana, necesitada de conversión y
perdón". Todos estos procesos de conversión, intercesión y reconciliación
no cesaron en 1981. Siguen trabajando... así que el mensaje de Fátima sigue
apelándonos y nos recuerda nuestra corresponsabilidad.
Usted se
reunió con Sor Lucía por última vez el 9 de diciembre de 2003. ¿De qué
hablaron? ¿Y cuánto duró esta reunión?
La última
reunión con Sor Lucía fue extraordinaria. Yo diría que fue la más cordial,
amorosa y fraterna de nuestras reuniones. La reunión también estuvo llena de
muchos temas de conversación. Pasé quizás cinco horas en Coimbra aquel día:
celebré Misa, me
reuní con la comunidad y luego me reuní personalmente con Sor Lucía.
La
reunión duró cerca de dos horas y estuve junto al P. Kondor, el postulador de
la causa de la beatificación de los pastores. Charlamos, recordamos nuestras
reuniones del pasado y los temas que habíamos discutido y luego hablamos de
tres temas específicos.
El primer
tema fue un pedido de aclaración sobre la relación de la hermana Lucía con el
Cardenal Luciani. Pedí una verificación del informe de la reunión que el
Cardenal Luciani –quien más tarde fue elegido Papa Juan Pablo I– había
redactado. Sor Lucía pidió que el informe fuera traducido al portugués. Lo leyó
cuidadosamente y lo confirmó. Este es el texto en portugués que la hermana
Lucía firmó como confirmación.
Le hice
una pregunta directa: “¿Predijiste la elección del Cardenal Luciani como
Papa?”. Ella respondió con estas mismas palabras: “No recuerdo si le dije que
iba a ser elegido Papa. Le dije a mi comunidad religiosa que había conocido a
un buen Cardenal, un Santo Cardenal, y que si hubiera sido elegido Papa, iba a
ser un buen Papa". Estas son las palabras de la Hermana Lucía.
Ciertamente, sabemos que el Cardenal Luciani estaba muy conmovido por el
diálogo con Sor Lucia. El diálogo fue sobre los problemas de la Iglesia, sobre
la fe y el declive de la fe en la Iglesia; ya eran temas de interés entre las
décadas de 1970 y 1980, imagine que dirían ellos hoy.
El
segundo tema trató sobre la salud del Papa Juan Pablo II. Me pidió mucha
información sobre el Papa. Ella había tenido una relación muy cercana con el
Papa anterior. Sabemos que los pastores estaban muy vinculados al Papa, rezaron
mucho por él, habían ofrecido su dolor por el sufrimiento del Papa desde 1917.
La
hermana Lucía se relacionó muy estrechamente con Juan Pablo II. Ella me dio su
bastón para que yo pudiera llevarlo al Papa y me dijo: “Dad esto al Santo Padre
y veréis que la Virgen María lo protegerá y ayudará que su salud mejore".
Ella me dio el bastón para el Papa porque le había dicho que el Papa estaba
caminando con la ayuda de un bastón, como la hermana Lucía. Ella normalmente se
movía en una silla de ruedas, pero cuando estaba de pie tenía que apoyarse en
el bastón. Traje el bastón aquí al Santo Padre y creo que ahora está en el
museo de San Juan Pablo II en Cracovia.
Finalmente
hablamos de la salud de la hermana Lucía. Le deseé muchas felicidades para su
próximo centésimo cumpleaños. Le dije: "¡Los mejores deseos! Espero verle
de nuevo cuando cumpla 100". Ella respondió: “Nunca nos encontraremos de
nuevo. Nunca más me verás. Usted vendrá para mi entierro". Estas fueron
sus propias palabras.
En
realidad, cuando Sor Lucia murió el 13 de febrero de 2005, su superiora
religiosa me llamó y yo presidí su funeral el 15 de febrero de 2005, en una
ciudad decorada de arriba a abajo con rosas, no sé de dónde las recolectaron,
de cada parte de Portugal. Así que, al final, Sor Lucía predijo eso.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)