El secreto de Fátima
Más que un
lugar, Fátima es un mensaje. El mensaje revelado por Nuestra Señora en Fátima
consta de tres partes llamadas secretos, que forman un todo orgánico y
coherente.
La segunda
parte tiene que ver con una alternativa histórica de proporciones épicas: la
paz, fruto de la conversión del mundo y el cumplimiento de las peticiones de
Nuestra Señora, o un terrible castigo que aguarda a la humanidad si se obstina
en su pecaminoso camino. El instrumento de dicho castigo sería Rusia.
El mensaje
de Fátima es más que un mensaje anticomunista: es también un mensaje
antiliberal y antiluterano, ya que los errores de Rusia son descendientes de
los errores de la Revolución Francesa y el protestantismo.
La tercera
parte, divulgada por la Santa Sede en junio de 2000, se explaya sobre la
tragedia que reina en la Iglesia y presenta la visión de un papa y unos
obispos, religiosos y laicos asesinados por sus perseguidores. Las
controversias suscitadas en los últimos años con relación al Tercer Secreto
corren el riesgo de oscurecer la fuerza profética de la parte central del
mensaje, que se resume en dos frases decisivas: «Rusia propagará sus errores
por el mundo» y «Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará».
En Fátima,
Nuestra Señora no solicitó actos públicos de la jerarquía de la Iglesia. Esas
acciones, que son necesarias, deben ir acompañadas de una sentida actitud de
conversión interior y penitencia, como nos recuerda el Tercer Secreto, en el
triple llamamiento del Ángel para que se haga penitencia.
Penitencia
significa ante todo arrepentimiento, un espíritu contrito que nos haga
conscientes de la gravedad de los pecados cometidos por nosotros y por otros, y
que nos mueva a detestar de todo corazón esas iniquidades. Penitencia significa
un repaso doctrinal y moral de todos los errores que abraza la sociedad
occidental desde hace un siglo. Penitencia significa arrepentimiento;
penitencia significa aversión y odio al pecado: el odio al pecado nos debe
impulsar a combatirlo y, cuando el pecado es publico, a actuar públicamente
para destruir las raíces y consecuencias del mal en la sociedad. Por eso, el
llamado a la penitencia del mensaje de Fátima es también una llamada a combatir
los errores que corrompen totalmente la sociedad actual.
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