El
obispo de Leiría-Fátima, Antonio Marto, señaló que el mensaje de Fátima,
“después de las Escrituras” es la “denuncia más fuerte e impresionante del
pecado del mundo” lo que “invita a toda la Iglesia y al mundo a un serio examen de
conciencia”.
El obispo
que participó con la disertación “Fátima,
mensaje de misericordia y de esperanza para el mundo”, destacó la
importancia y la actualidad del mensaje de Fátima, sobre todo a la luz del
mundo actual.
“Fátima es,
verdaderamente, un fenómeno y un acontecimiento que se va desvelando y
desarrollando a lo largo de la historia y se convirtió en un punto de
referencia y de irradiación inevitable para la historia de la Iglesia y de la humanidad”
afirmó.
“Lo que
impresiona y causa espanto –prosiguió el obispo de Leiria-Fátima– es que el
contexto y el contenido del mensaje no se restringe a un camino de fe personal
de los pequeños videntes”, sino que “es de alcance histórico y mundial: se
sitúa en el centro de las preocupaciones mundiales y de los acontecimientos más trágicos del siglo XX”.
Se refirió a
su contexto, con particular incidencia en “los dos grandes conflictos, la
primera y la segunda Guerra Mundial; los totalitarismos en las versiones del
estalinismo y del nazismo; la ‘mentira sistemática’ para reescribir la historia;
un programa de negación de Dios; la aniquilación y la muerte del ser humano y
el desprecio total de la dignidad de la persona, en la expresividad numérica de
decenas de millones de víctimas, en nombre de la pureza radical de la
ideología, de la revolución o de la raza, elevadas a la categoría de nuevas
divinidades”.
Ante esta
situación de la “humanidad herida”, el mensaje de Fátima es, aseguró el obispo,
“portavoz del clamor de la víctimas” y se convierte en una “invitación a leer
la historia a partir de las víctimas, a detenerse ante el misterio del hombre
delante del misterio de Dios”.
Para el
obispo de Leiria-Fátima, “la singular coincidencia temporal de estas
apariciones con horas históricas de extrema gravedad” constituyó una
intervención divina en la historia de la humanidad “mediante el rostro materno de
María, una luz sobre la historia del mundo”.
El
núcleo del mensaje está, en la “invitación a reconducir hacia el centro de la
vida cristiana y del mundo la adoración de Dios, Señor de la Historia, el
reconocimiento de su primacía, la adhesión a su voluntad salvífica, la
invitación a encender el deseo de amor a Dios y estimular la práctica del amor
reparador”.
Y así,
concluyó asegurando que tal y como los pastorcitos “son llamados, desde la periferia,
a intervenir en la historia a favor de la paz” a través de la adoración, de la
devoción reparadora, de la conversión y del propio sacrificio según las
costumbres piadosas de la época” también hoy los cristianos están convocados a
intervenir, conscientes de que “el Inmaculado Corazón de María triunfará y será
concedido al mundo un periodo de paz”.